Capitulo
2
En un mar de lágrimas
Me
agarro fuerte a la taza tras traspasar la puerta y abro los ojos.
Delante de mi se expande un enorme lago llenándose cada vez más.
Pero mas allá del agua se extiende un valle, y un bosque, y
montañas, y se puede ver el Sol. He descendido unos seiscientos
metros, después he encogido, he navegado en una taza, tras navegar
por una habitación he atravesado una puerta y he encontrado un
bosque tras ella, nunca lo habría imaginado. Diría que no es real
si no sintiese el Sol sobre mí, y la brisa con olor a hierba en mi
pelo.
La
taza se tambalea un poco y me agarro más fuerte. Cuando vuelve estar
estable, me suelto del borde.
-¿Estás
mejor?- me pregunta Sota.
-Depende
de en que sentido, creo que me estoy volviendo loca. - le respondo.
Él se ríe, después me dice:
-Que
no te haya pasado antes no significa que no sea real.- me dice como
si se riera de mi.
-¿Porqué
me has traído? -le pregunto cambiando de tema.
-Aún
no puedo decírtelo, si te lo dijese, no me creerías.- me dice sin
prestarme atención. Sin embargo yo no puedo dejar de mirarle ni de
mirar al paisaje irreal que tengo delante.
-Al
menos dime porqué estoy aquí.- le digo un poco desesperada por la
intriga.
-Me
estás preguntando lo mismo solo que en forma de orden.- me responde
mandándome a callar.
Suelto
un suspiro y espero hasta que veo arena bajo la taza.
-O
me lo dices o me voy.- le digo subiéndome al borde de la taza.
-No
deberías, no conoces este mundo, y todo va a sorprenderte.
-Estoy
esperando la información.- le digo esperando que me diga algo.
-Te
lo digo por experiencia, no te tires.
-¿Nada?-
le pregunto esperando que me lo diga una vez más.
-Anda,
métete otra vez en la taza.- me dice. Se cree que no tengo ninguna
idea de lo que hago. Me voy a tirar.
-Adiós.-
le digo pegando un salto.
Para
mi sorpresa lo que parecía arena de playa no lo es. Me hundo al
posar los pies en el agua arenosa y saco la cabeza asqueada.
-Te
lo dije.- me dice mirándome desde la taza con ambiente sarcástico.
No
lo entiendo, parecía arena. Me invade la rabia y la frustración
pero me agarro a su mano y subo de nuevo a la taza. Estoy empapada y
sucia, además, ahora tengo frío.
-La
próxima vez me harás caso.- me dice con una sonrisa de
satisfacción.
No
le respondo. Me ha dado una lección. No quiero estar aquí, pero
cada vez me invade más la curiosidad.
Al
cabo de un rato empiezo a ver animales nadando desesperadamente por
salir de lago, o mar, o lo que sea en lo que estemos navegando.
-¿Qué
les ha pasado?- le pregunto preocupada a Sota.
Él
me mira y yo miro sus extraños ojos amarillos, entrecerra-dos pero
brillantes.
-Tú,
tú eres lo que les ha pasado.- me dice serio. Después comienza a
reír.
No
para de burlarse de mí, dejo de mirarle los ojos y vuelvo la vista
hacia el mar.
-Al
abrir la puerta has hecho que esto se inunde.- me explica.
-¿Y
por qué no me has dicho que no la abra?- le grito. Ahora me siento
culpable, yo no sabía lo que hacía.
-Porque
así llegaríamos antes.- me explica. Solo piensa en sí mismo, he
inundado un pueblo de animales y para llegar antes a un lugar, eso no
está bien. Pero lo peor es que me lo creo.
-¿A
dónde?- le pregunto. Cada vez tengo más curiosidad.
-A
ver a un sabio, allí.- me dice señalando un bosque con árboles
enormes.
-¿Por
qué tenemos que ver a un sabio?- le pregunto.
No
obtengo respuesta de esa pregunto porque de repente nos asalta un
ratón gigante que se mete dentro de la taza. Intento retroceder pero
no puedo, es nuestro fin.
El
ratón nos mira con ojos asesinos, parece que en su interior está
quemándose carbón. Saca una espada y chilla algo que no logro
entender. Aparecen más ratones con espadas y nos arrinconan en el
centro de la taza.
-Otrra
vezz tú.- dice un ratón.
-Ssota
de Corazzoness, creí que no ibas a volver máss.- le dice otro ratón
apuntándole con su espada.
Miro
a Sota y veo que no tiene armas, estoy perdiendo la esperanza.
-¿Y
quién es essta?- pregunta un ratón olisqueándome.- Huele aa...
¡ALMENDRA!- dice gritándome.
Todos
los ratones me miran hambrientos. Me meto las manos en los bolsillos
encuentro una bolsa de almendras.
-Os
daré la bolsa de almendras si os vais.- les grito.
-¡Callllá!-
me grita el capitán.- Danoss la bolssa y salid de la tazza.- me dice
después.
Miro
a Sota desesperada y él asiente. Dejo caer la bolsa en el centro de
la taza y me tiro al agua. Sota también se tira.
Los
ratones se tiran todos a la vez a por la bolsa y vuelcan la taza, me
giro hacia el bosque al que vamos comienzo a nadar con todas mis
fuerzas.
-¿Cómo
eran tan grandes los ratones?- le pregunto mientras nadamos.
-Ellos
no eran grandes, tú eras pequeña.- me responde gritando.
Tiene
sentido, ellos cabían por la puerta sin tener que beber nada. Sigo
nadando mientras reflexiono sobre lo que ha pasado.
Al
cabo de un rato Sota señala una roca. Nado hasta ella y me subo.
-No
podía más. -le digo mientras recupero el aliento.
-Te
comprendo.- me dice sentándose en el suelo.
-¿Por
qué te conocían esos ratones, qué les has hecho?- le pregunto más
calmada.
-No
eran ratones.- me dice.
-¿No,
y qué eran?- le pregunto sarcástica.
-Pirratas.-
me dice echándose a reír.
Yo
también empiezo a reírme, nunca lo había pensado, ratas piratas,
pirratas.
-¿Cuánto
nos queda para llegar?- le pregunto cuando veo la puesta de Sol.
-Bastante.
Será mejor descansar seguir mañana.
-Está
bien.- le digo antes de empezar a reírme otra vez.
-¿Qué
pasa?- me pregunta mirándose.
-Pirratas.-
le respondo sin parar de reír. Él también se ríe.
Me
despierto a media noche y siento luces anaranjadas antes de abrir los
ojos. Al abrirlos pego un chillido. Una rata me está olisqueando.
Los
pirratas han vuelto, pero esta vez la palabra no tiene gracia.
-¡Sota!-
chillo intentando quitarme las pezuñas de la rata de encima. Le
busco con la mirada, y lo encuentro agarrado por dos ratas y
llevándolo a un barco. No lo entiendo, les di las almendras.
-¿Quéé
hacemoss conn essta Coffy?- le pregunta la rata que me olisqueaba a
otra.
-¿Coffee?-
murmuro sin que nadie lo oiga.
-¡Capitanoo!-
grita la rata dando vueltas como loca. Tiene sentido, el café tiene
cafeína. Empiezo a reírme en solitario hasta que me pegan un
zarpazo en la mejilla.
-Calla.-
me bufa la rata que me ha pegado enseñándome los dientes. Me estoy
asustando de más, o tal vez solo era que no estoy acostumbrada a
esto.
-Dejadla
aquí. Por favor, no os ha hecho nada.- oigo decir a la voz de Sota.
Una
rata me coge de los pies y la otra de los brazos. Empiezo a chillar,
pero no sé si es por el dolor de la mejilla o por que quiero que me
suelten. Tal vez solo es que me ha dado por chillar.
Miro
a Sota mientras me llevan al barco. Va sonriendo. Me fijo en sus ojos
para ver si es una sonrisa real o no. Lo es, pero no entiendo la
razón.
Al
entrar en el barco me atan las manos y los pies, seguidamente me
tiran a un sótano. Al terminar mi caída miro a Sota. Se está
forcejeando entre las cuerdas pero no logra nada.
-¿Por
qué sonreías?- le pregunto sin dar rodeos.
-Es
más fácil escapar siendo dos que siendo uno.- me dice soltando una
carcajada.
-Arrogante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario