domingo, 5 de enero de 2014

Memorias de un mensaje. - CAPITULO 1




   Nunca olvidaré aquel cumpleaños. Esa noche de verano en la que la conocí. No sabía que aquella chica fuese a ser tan importante para mí en tan sólo unos meses. Y tampoco podía haber imaginado que me iba a hacer tanto daño. Cada noche que la veía conectada, miraba si él también se encontraba en línea. Y siempre lo estaba.
   No hacía mucho tiempo que se llevaban tan bien. Normalmente, ella sólo hablaba conmigo, y una estúpida noche, lo estropee.
   Mi mejor amigo y Blanca, ¿Por qué no? Me dije. Llevaba hablando con ella mucho más tiempo que él, así que hice que empezasen a enviarse mensajes. No me imaginaba que se pudieran llegar a apreciar tanto en tan poco tiempo.
   Fue todo muy rápido.
   Cuando David me dijo que le gustaba, yo no sabía qué decirle. ¿Debía declarar mi amor? ¿Decirle que a mí también me gustaba? Así lo hice.

   Él es era mejor amigo que había tenido nunca, y eso que le conocía desde que empezamos el instituto hacía tres años. Con una simple mirada, nos bastaba para entendernos. Éramos tan parecidos... Así que, para no hacernos daño el uno al otro, decidimos hacer un pacto.
   Una promesa.
   Ambos decidimos que ninguno podría salir del punto de amistad en el que nos encontrábamos con Blanca.
   Pero se complicó.

   ¿Qué se suponía que debía hacer ahora?¿Cómo debía sentirme? Eso era lo único que pasaba por mi cabeza en el momento en el que Blanca me confesó que David le gustaba.
   Destrozado, le dije en un chat:
  • ¡Vaya! ¿En serio? Pues pídele salir, jajaja
  • Si, pero no sé si le gustaré...
  • Yo tampoco. Pregúntale a ver :) - mentí.
  • Jajajaja si hombre.

   Ahí terminó nuestra conversación. Estaba muerto por dentro. ¿Le digo a David lo que sabía? ¿Rompería nuestro trato? Sinceramente no me lo imagino dándome una puñalada trapera. Es demasiado bueno.
   ¿O no?...
   Me decidí, y le conté lo que sabía. Estuve meditando sobre ello mucho tiempo, y decidí romper nuestra promesa. Le dije que le daba mi consentimiento para que saliera de la amistad con ella y llegase algo más lejos.
   De todas formas, yo ya no podía hacer nada. Lo veía venir, para ser sincero. David siempre había tenido un “algo” que le hacía ser... especial.

   Le conté todo lo que Blanca me dijo. Le expliqué también mi opinión al respecto y que no me importaba que saliese con ella (aunque en realidad me mataba por dentro).
   Yo me esperaba su respuesta. Me dijo que nunca rompería nuestro pacto, porque sabía que me dolería. Eso sí que era un amigo. Lo cual me hizo preguntarme:
   ¿Estaba yo siendo un buen amigo impidiendo esa relación?¿Estaba yo portándome a la altura de la situación?
   Océanos de dudas se agolpaban en mi mente mientras el tiempo seguía haciendo que Blanca y David se gustaran más, y obligándome a tragarme mi dolor y a responder a todo con una falsa sonrisa dibujada en mi rostro.


   ¿Era rabia lo que tenía dentro de mí? ¿Ira? ¿Celos, quizás? Puede que un poco de todo. Para ser sincero, no tenía claro ni lo que de verdad deseaba. Si hacía que dejasen de gustarse, sería un pésimo amigo, pero si seguía dándole libertad para hacer lo que él quisiese, tendría que seguir tragándome mi dolor. Era una decisión difícil, y una situación en la que probablemente, se demuestraría hasta qué punto llegaba una amistad, y hasta dónde alcanzaba un romance.


 Continuará...  

No hay comentarios:

Publicar un comentario