jueves, 16 de enero de 2014

QUINTO CAPITULO


Well
    Hola, después de mucho tiempo he conseguido terminar el quinto capítulo de ATP, he tenido una gran falta de inspiración para esta historia en estos meses, pero al fin he conseguido escribir el capítulo, mejor tarde que nunca.. No sé cuando publicaré el sexto, pero supongo que tras el octavo el primer trimestre en esa academia terminará y pasa´ra bastante tiempo hasta el siguiente. Perdonad mi tardanza.
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    Para este capítulo escuchad la canción que queráis, no me decanto por ninguna.





QUINTO CAPITULO

ya han pasado tres semanas desde el comienzo de las clases. Me he acostumbrado a los horarios, a las comidas, a mis compañeros y he hecho buenos amigos. La mayoría de ellos no están en mi clase y no se conocen entre ellos. Es raro no tener tiempo para todos. Los viernes y sábados los suelo pasar con Ben, a veces vamos con Maddy y con más gente pero los mejores momentos son en los que estamos los dos solos. Ahora la mayoría de la academia sabe que estamos juntos, y la verdad es que no me incomoda. Mi amistad con Rob se ha fortalecido tanto que he quedado algunas tardes a solas con él, yo le cuento mis problemas, él a mi los suyos, y le damos solución entre los dos, la verdad es que es una persona encantadora, es como un hermano para mí. Comparto más secretos con él que con Maddy. Por otro lado parece que Maddy y Austin se llevan bien, pero no han llegado a nada más que a ser amigos, creo que los dos se gustan pero con todo lo que les ha pasado no consiguen la suficiente confianza el uno con el otro y tienen miedo de volver a romper, tienen miedo del dolor, de las lágrimas y de la traición. También tienen que tener la cabeza llena de dudas. He empezado ha entrenar en el equipo de volley, siento que estoy cambiando a mejor, cada día me siento más fuerte, y no solo de físicamente, sino psicológicamente. He ido ya seis veces a hablar con la doctora. Cree que soy anoréxica, pero le estoy haciendo cambiar de parecer, normalmente me pregunta, sobre lo que como, pero a veces se pasa y me pregunta cosas de mi vida privada, al igual que toda la academia, sabe que soy la novia de Ben. La diferencia es que ella sabe todos los detalles de nuestras citas y nuestros momentos más íntimos y mis pensamientos, todos y cada uno de ellos, me hace apuntarlos en una libreta y darle la hoja de la libreta cada vez que la veo. Parece que cuando me desmayé estaba demasiado cansada y le podría haber pasado a cualquiera, pero la doctora se está convirtiendo en mi psicóloga.
Ahora me dirijo a una de nuestras charlas, ya no hace tanto Sol como en Agosto, se empieza a notar Octubre. Son las seis, pero ya está anoche-ciendo.
Camino por el campus de la academia observando los árboles, empiezan a tener un color anaranjado y amarillento. A algunos solo les quedan las ramas y el tronco ya que sus hojas abundan por el suelo.
Noto una gran corriente de aire que me hace cerrar los ojos y meter las manos en los bolsillos de mi sudadera. Cuando el viento cesa abro los ojos de nuevo. Antes tenía la capucha puesta, pero ahora no.
Me vuelvo a poner la capucha tapando mi melena rubia y comienzo a caminar otra vez. Me queda poco para llegar a la enfermería. Solo le he contado a a una persona que voy allí, y esa persona se llama Rob.
Entro en el despacho de la doctora y me siento. Tan solo verla me ha irritado. Su moño castaño, sus gafas y su bata blanca me producen malos recuerdos de las primeras sesiones que tuve con ella. Puede parecer raro pero yo suelo relacionar sonidos, imágenes, olores y tactos a los recuerdos, por lo tanto, si alguien se pone la ropa con la que estuvo un día enfadado conmigo mi cerebro asociará la imagen de la ropa al recuerdo de la discusión y me sentiré mal.
-Buenas tardes Eveline.- me saluda. ¿Qué tienen de buenas? Tengo que estar aguantando sus preguntas personales y ella mis respuestas con malas formas.
-Hola.- le digo acompañando la palabra con un suspiro.
-¿Me dejas echarle un vistazo a la libreta?- me pregunta. Saco la libreta del bolsillo de mi pantalón y se la entrego.
La doctora la coge con una sonrisa forzada y la abre. Empieza a pasar las páginas hacia adelante y hacia atrás, debe de estar comparando mis pensamientos de los diferentes días.
-Bien, sueles escribir las mismas emociones casi siempre, y tu manera de pensar no cambia.- me quedo mirándola dudosa.- Eso es bueno.- me explica.- ¿Qué tal tu semana con Ben?- me pregunta después. Quiero responder le que la semana aún no ha acabado, sacar mis sentimientos de mi interior, y desahogarme pero me obligo a responderle con buenas maneras y tener buenos modales.
-Bien.- le digo. Me quedo callada con una pequeña sonrisita mirando su desconcierto.
-¿Algo más? ¿puedes explicarme que habéis hecho o por qué va bien?- me pregunta desconcertada. Me aguanto la risa y le respondo con voz de niña pequeña.
-No sé, ha sido una semana normal.- le digo antes de esconderme en mi sonrisa.
-Está bien, bueno- se abre la puerta, me giro rápido par ver de quién se trata. Me quedo sin respiración al ver quién es. Es un chico rubio, lleva el pelo hacia arriba un poco despeinado, lo cual le da un toque atractivo. Sus ojos verdes se fijan en mí por un momento sin darme mucha importancia. ¿Tienes miedo enanita? No paro de oír esa frase en mi cabeza.
Giro la cabeza y me entierro en mis pensamientos. Estoy temblando y no puedo hablar. No sé si es porque me castañean los dientes o porque tengo un enorme nudo en la garganta.
-Niall, espera un momento a fuera, ya estoy acabando con esta chica.- le dice la doctora con calma, parece estar entrenada para esto.
La miro con lágrimas en los ojos y veo el reflejo de Niall en sus gafas, la verdad es que la hacen parecer más intelectual.
-Pero doctora, si no tardaremos nada.- le dice poniéndole la mano para que le de algo, no sé de qué se trata, pero siento un poco de intriga por saberlo. Me gustaría mirar, pero estoy llorando, y lo cierto es que me tiemblan las piernas.
Intento hacer que cese el tembleque pero no lo consigo. Así que entierro mi cabeza en mis brazos para que no me vea sufrir, y menos por que sea él.
-No me repliques Niall, no te voy a dar más...- le regaña la doctora, pero para de hablar al percatarse de que sigo en su despacho. Quiero saber de qué hablan.
Niall suspira molesto.
-Los dos os parecéis, deberíais hablar de vuestros problemas alguna tarde.- nos dice después. ¿Yo? Parecerme a él, nunca. No me parezco, y si dice que nos parecemos por la anorexia está más equivocada, no padezco ninguna clase de enfermedad, me desmayé sin más. Estoy harta de que no me crean.
-Adiós.- le dice secamente mientras se va. Entiendo como se debe de sentir, esta mujer me frustra tanto.
-Buen viaje.- le dice la doctora irónicamente. Siento asco hacia ella cuando lo dice, hacia su personalidad, es tan arrogante.
Niall cierra la puerta de un portazo, inmediatamente levanto la cabeza.
-Eveline, ¿por qué estás así?- me pregunta preocupada la doctora. Me fijo en sus rizos castaños para no pensarlo, pero el hecho de que ya lo haya preguntado hace que comience a llorar más.
-Ese chico se metió conmigo el primer día de mis entrenamientos, y le planté cara, no debí hacerlo.- le digo llorando a más no poder. Empiezo a atragantarme con mis lágrimas, lo que me hace llorar más y toser.
-¿Por qué no me lo habías contado?- me pregunta estupefacta.
-¿No es obvio? Me duele recordarlo, me sentí avergonzada.- le grito sin dejar de llorar.
-Es suficiente.- me dice poniéndose la mano en la frente. Está cansada de mí, debe de pensar que mis problemas son estúpidos e infantiles. -Te voy a dar un consejo. No puedes ponerte así cada vez que veas a alguien o te pase algo.- me dice, más que consejo parece una orden.
-¿Por qué? ¿Qué tiene de malo sacar mis sentimientos hacia a fuera?- le grito con más lágrimas todavía. La doctora se queda callada, no debe de encontrar una respuesta correcta para mi pregunta.
Me levanto de malas formas de mi silla y me voy.
Mientras camino de vuelta a la residencia me seco las lágrimas. No hay absolutamente nadie en el campus.
-Bonita sudadera.- oigo decir a una voz detrás de mi. Me giro pero no encuentro a nadie. Sacudo la cabeza y sigo caminando, debo de habérmelo imaginado.
-¿Te gusta el morado, eh?- oigo decir de nuevo a la voz cuando estoy más adelante. Levanto la vista del suelo y lo veo en medio del camino, ahí está. Niall, el chico al que temo, está enfrente de mí.
Sin pensarlo dos veces empiezo a correr en sentido contrario en el que está él. Corro todo lo que puedo muerta de miedo, pero por desgracia él es mucho más rápido que yo.
Me alcanza y me tapa la boca con su mano mientra me agarra el cuello con su brazo para que no me escape.
Empiezo a patalear para soltarme pero no consigo nada, ¿qué va a hacerme?
-Tranquila.- me dice entre dientes intentando que deje de moverme. Yo sin embargo sigo pataleando y buscando otras formas de escaparme todo lo que puedo, pero acabo por dejar de hacerlo puesto que nada da resultado.
Dos lágrimas salen en contra mi voluntad de mis ojos, no quiero volver a llorar, pero presiento que no van a ser las últimas lágrimas de hoy.
Niall me coge en brazos y me lleva justo al lado opuesto de mi destino, no sé a dónde me lleva ni que me va a hacer, pero no puede ser bueno.
Tras un rato caminando en sus brazos al fin toco el suelo. Niall me baja pero no me suelta del todo. Genial, estoy en el descampado donde empecé a salir con Ben. No puedo evitar esbozar un sonrisa. No quiero que Niall me vea sonreír así que aparto la sonrisa de mi rostro.
-¿Nos parecemos?- me pregunta a agarrándome de la espalda. Así que todo esto es por lo que ha dicho la doctora.
-Está claro que no.- le digo. -No nos parecemos nada.
-¿Qué es lo que te pasa? Vamos cuéntalo.- me dice acercándose a mí. Niall no es mi amigo, está claro, no puede acercarse así a mí, y menos pedirme explicaciones de mi supuesto enfermedad. Sinceramente, odio a la doctora.
-Es una farsa, la doctora se ha vuelto loca y se cree que soy una chica anoréxica, ni siquiera estoy delgada, no la entiendo,- le digo. He hablado demasiado, o más bien, he pensado en voz alta.-¿y a ti? -le pregunto después.
-Estupideces.- me responde. Soy estúpida, le he dicho lo que me pasa sin que él me haya dicho nada.
-Yo te lo he dicho, dímelo tú a mí.- le digo en voz alta. Me ha enrabiado bastante no poder saberlo, tengo tanta intriga. Seguramente él también piensa ahora que soy anoréxica, esto es increíble, por un simple desmallo me toman por mentirosa y posiblemente por loca. Lo odio.
-Creo que note conviene exigir nada, mi pequeña Eveline. Observa la situación, te tengo en mis brazos y puedo hacer lo que me convenga contigo.- me dice tenso. La impotencia me invade, tiene razón, puede hacer lo que le convenga, pero si no lo ha hecho ya debe de ser por una razón. “Mi pequeña Eveline”. No soy suya, aunque puede que en este momento puede que sí lo sea.
Hago un esfuerzo por mantener los ojos tensos sin derrochar ninguna lágrima.
-¿Y ahora qué?- le pregunto sin mirarle a la cara. No quiero ver como se regodea de tenerme aquí contra mi voluntad.
-Ahora te puedes ir, porque no creo que quieras hablar en este momento. Pero mañana volverás aquí, porque si no lo haces iré a por ti. Y otra cosa, no le dirás nada a nadie. Piensa esta noche en lo que te estoy diciendo. ¿Está claro Eveline?- me explica mirándome a los ojos un poco tenso con una sonrisa un tanto agónica.
Asiento con la cabeza porque estoy segura de que no podría pronunciar ninguna palabra, y menos una que significa tantas cosas como un sí.
Niall me quita una de mis pulseras, una hecha con hilos azules y blancos que me regaló Kevin cuando éramos pequeños, es más, me la hizo él porque mi madre no quería regalarme una pulsera parecía que yo quería. Al principio no me gustó pero con el tiempo es pulsera fue adquiriendo valor. Y ahora me la acaban de quitar.
A continuación me quita mi reloj, no puedo evitar mirarle enfadada aunque con miedo.
-Tengo que asegurarme de que mañana vendrás.- me dice mientras mete las cosas en el bolsillo de su pantalón.
Quiero hablar con él sin miedo, pero no lo consigo.
Niall me vuelve a agarrar el brazo y me lleva hasta unas escaleras, lo más posible es que lleven a la academia, ¿cuánto nos habremos alejado de ella?
Comienzo a subirlas, y al llegar a la cima siento como si me liberase de algo, ya puedo hablar, ya no tengo el nudo en la garganta que tenía antes. Comienzo a correr hacia mi residencia por las baldosas del camino, sin tener muy claro si realmente me llevarán al lugar al que espero llegar.





Mientras me lavo los dientes oigo un chillido. Escupo la pasta y vuelvo a mi habitación en busca de Maddy.
-¿Qué ha sido eso?- le pregunto.
-Pensaba que tú lo sabrías.- me dice levantándose nerviosa. -Vamos a ver.
Bajamos las escaleras rápido y nos encontramos a las demás alrededor de una puerta, algunas llorando y otras hablando entre susurros preocupadas.
Me acerco para ver mejor lo que pasa, lo cual me hace retroceder. Una de las chicas de la residencia está inerte en el suelo, se llama Rita.
-¿Qué le ha pasado?- les pregunto a Brenda y a Camille.
-Rose la he encontrado así, creo que ha tenido una bajada de azúcar.- me responde Camille preocupada. La frustración me llena, me alejo de ella y me siento en la escalera. Apoyo mi cabeza en mis rodillas y dejo caer algunas lágrimas. Ya tengo dos razones para no dormir tranquila esta noche.
Minutos después llega nuestra supervisora, Kate, con más personas. Alguien se acerca a mí.
-¿Eveline?- me pregunta la doctora, la reconozco por su voz.
Levanto la cabeza con lágrimas y la miro.
-Lo siento.- me dice con la cara apenada.
-No lo sientas por esto, no sabes lo que me has hecho.- le digo con agonía. Por su culpa estoy atada a Niall de alguna manera.
-No te entiendo, pero he estado hablando con tus compañeras, con Maddy en especial, ya no hace falta que vengas más a mi consulta.- me dice con una pequeña sonrisa.
-No pensaba ir.- le digo sin mostrar emociones.
-Adiós.- me dice antes de irse con los demás y con Rita.
-¿Y ahora qué?- pregunta una chica.
-Yo me voy a quedar esperando hasta que nos traigan noticias, vosotras haced lo que queráis.- dice su compañera. La comprendo, pero no sé si yo haría lo mismo por Maddy, es como si fuese su amiga por obligación, por estar en su misma habitación. Es simpática, pero de no estar en su misma habitación me habría acercado a ella, no como a Rob.
-¿No es lo mismo estar aquí que en nuestras habitaciones?- pregunta otra chica.
-En nuestras habitaciones no nos enteraremos si traen noticias.- le dice Rose molesta.
-Tiene razón.- dice otra.
-Estamos a dos metros, ¿como no nos vamos a enterar?- replica la otra chica.
-¿Cuando llega Eveline a las tantas de la noche después de estar con Ben te enteras?- dice la compañera de Rita a punto de estallar.
Levanto la cabeza avergonzada. Todas me están mirando, supongo que esperando a que hable. Un calor comienza a subir por mi cuello hasta llegar a mi frente, pero sin desparecer por ninguna parte de su recorrido, debo tener la cara roja.
El silencio reina en la residencia por unos segundos.
-No metáis a Eveline en esto, ya está sufriendo bastante.- exclama Maddy haciendo que ahora la miren a ella. El calor comienza a desaparecer con los nervios y la vergüenza, pero creo que se lo paso a Maddy, aunque no con tanta intensidad.
-Estamos discutiendo por una tontería, ¿no os dais cuenta?- exclama una chica pelirroja ajustándose sus gafas moradas, Chrystalle.
Las otras chicas la miran molestas, ni que hubiese dicho la mayor barbaridad del mundo, es más, estoy de acuerdo con ella.
-No, la verdad es que no, no llevas razón, que se te den bien los estudios no significa que tengas razón en todo.- exclama su compañera.
-¿Qué? -le pregunta incrédula.
-Lo que oyes.- le responde de mala gana.
-Creo que la envidia te está cegando, Angelina.- le dice Chrystale con tono de superioridad.
-¡No! ¡No es la envidia, estás siempre igual, crees que tienes razón en todo pero no es así! Normalmente intento callármelo pero cada día me sacas más de mis casillas.- estalla Angelina. Me parece que se está desahogando nada más, suelen estar muy unidas siempre.
-¡Pues si tanto te saco de tus casillas no entiendo por qué sigues conmigo!- le grita Chrystalle con dolor y rabia. Parece que Maddy también lo nota.
-Calma, esto se nos está yendo de las manos.- les dice interponiéndose entre las dos.
-¡No voy a calmarme si no quiero!- le grita Angelina.
-Solo era una sugerencia.- dice Maddy en voz más baja.
No puedo evitar soltar una carcajada a causa de la situación.
-¿Y tú qué Andersen? ¿Acaso buscas pelea?- me grita Chrystalle.- Siempre tan callada y solitaria con nosotras, pero luego no eres nada así, te pones a perrear con cualquier chico que ves. ¿Te crees mejor que nosotras?- me dice. No puedo aguantarlo y comienzo a temblar. ¿Se puede saber de dónde ha sacado que voy perreando por ahí.
-¡Eso es!- grita otra chica rubia de pelo rizado. ¿Se puede saber que les he hecho?
No aguanto más y me levanto de la escalera.
-¿Se puede saber qué os he hecho? ¿O al menos de dónde habéis sacado que voy perreando? En primer lugar, si soy callada con vosotras será porque no quiero hablar con vosotras, prefiero mantener las cosas en secreto, ¿porque sabéis lo que me pasa siempre? Que la gente usa mis secretos para crear rumores y arruinarme, como me estáis haciendo ahora mismo con lo de perrear. -tras la última palabra me dejo caer en la escalera de nuevo y entierro la cabeza en mis rodillas dejando caer lágrimas.
-Mira a vosotras os pasa algo, no sé si es envidia o ganas de estropearlo todo pero algo os pasa. -me defiende Maddy antes de intentar consolarme. Me sorprendo un poco por su actitud, supongo que había subestimado su amistad.
-Me voy a dormir, intentad no gritar en el resto de la noche. -dice una chica antes de irse con su compañera.
El silencio vuelve a llenar la residencia, ¿hasta dónde nos va a llevar esto?
Pasamos otros minutos más discutiendo sobre si quedarnos aquí o no, lo cierto es que Chrystalle tiene razón, estamos discutiendo por una tontería. Pero la tontería nos está llevando a una discusión de verdad llena de odio y rabia. Lo importante es como se encuentra Rita, pero parece que eso no le importa a ninguna. No quiero seguir aquí.
Me seco las lágrimas y me levanto.
-Me voy. -les anuncio sin mucho entusiasmo. Comienzo a subir las escaleras hasta que una chica me para, Chrystalle.
-Espera, lo siento. -me dice, pero ya es tarde para que se disculpe, ahora no quiero hablar con ella, no quiero hablar con nadie. Sigo subiendo las escaleras ignorándola. -Eveline. -me vuelve a llamar.
-Déjame.- le digo intentando no mostrar ninguna emoción.
Tras entrar en mi habitación cierro la puerta y me derrumbo en mi cama. No puedo evitar mirar la hora en mi móvil, aunque tampoco me importa mucho. Las una y media. Mañana tengo clase, pero no me importa mucho.
Entierro la cabeza en mi almohada y desaparezco de allí, de la residencia, de la academia, del mundo. Ya no me siento como si fue se yo, los problemas ya no están y mis preocupaciones tampoco. No me importa nada, solo el descanso y la reflexión, es como si no estuviese en mi cuerpo, como si fuese una nube de gas que recorre el mundo sin apenas hacer un esfuerzo.
Oigo la puerta abrirse y desaparezco de allí. Las preocupaciones vuelven a mi cabeza y vuelvo al mundo real.
Me giro para ver quién es, Maddy.
-¿Estás bien?- me pregunta sentándose a mi lado.
-Sí, tengo más cosas de las que preocuparme.- le digo. Tras decir esas palabras recuerdo a Niall, pero no sé si ha sido real o simplemente un sueño. Me miro la muñeca y no me lo creo, mi reloj y mi pulsera no están.
-¡Eveline!- exclama Maddy al ver mi cara de preocupación.
-¿Qué?- le pregunto cambiando mi cara.
-Parecías preocupada.
-No es nada, es solo que tengo sueño, me hace falta dormir.- le digo metiéndome en mis sábanas.
-Está bien, pero mañana tenemos que hablar.- me dice metiéndose ella en su cama.
-¿Mañana? es viernes.- me quejo cerrando los ojos.

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