Well
Hola
a todos, aquí os dejo el quinto capítulo de Alice, la adaptación
que estoy escribiendo de Alica en el País de las Maravillas, de
Lewis Carrol. Dándole click podéis leer los capítulos anteriores:
Para
la lectura de este capítulo os recomiendo Athousand years, en la versión de Saxtribution., si no tenéis Spotify este es el link de la canción en Youtube.
Capitulo 5
El consejo de una Oruga
Llevo
unos minutos con Will en mis brazos. Antes estaba pálido, ahora está
recuperando su color de piel.
-En
cuanto te recuperes saldremos de aquí.- le digo más calmada. Las
lágrimas se me han ido al ver que se está curando de lo que
tuviese.- La liana sigue atada, tenemos una salida.- le digo después,
aunque dudo un poco que puedas oírme.
El
suelo comienza a temblar. Un terremoto, lo que nos faltaba. Agarro a
Will fuerte e intento moverlo hacia un lugar en el que no nos caigan
escombros, no demasiados. Antes de que pueda apartarnos a otro lugar
el temblor cesa. Al parecer hemos tenido suerte.
Miro
hacia las paredes del hoyo y no lo creo. Veo salir a un ratón blanco
corriendo. Al fin, un ratón pequeño, no como los pirratas. Detrás
de él sale una chica con rasgos de ratón y orejas, debe de haber
sufrido alguna clase de transmutación. La chica-ratón va vestida
con una túnica andrajosa de color marrón, debe de usarla de
camuflaje. Al lado sale otra chica, pero esta no tiene nada que ver
con los roedores en su aspecto. Va vestida de criada, debe de ser la
que limpie lo que haya al otro lado de la pared.
-Me
temo que no.- me dice la chica que va vestida de criada.
-¿Quiénes
sois?- les pregunto sin soltar a Will. La rabia me invade en cuestión
de segundos, casi morimos los dos por su culpa.- ¿Y por qué habéis
hecho esto? ¡No podéis decidir lo que hacer con la vida de los
demás!- les grito furiosa.
-Va
a haber que calmar a alguien.- dice la criada sacando un rodillo de
su espalda.
-Mary
Ann, no hay que ponerse así, solo es una chica enfadada.- le dice
con una sonrisa riéndose de mí.
-Cálmate
chica, no queríamos haceros daño a ti y a tu novio, no teníamos ni
idea de que erais vosotros y no el conejo.- me dice Mary Ann
guardando el rodillo.
-No
es mi novio.- le digo a la defensiva.
-Pues
a tu amigo, el caso era que pensábamos que era el conejo. Lizzard,
entra dentro y diles que no es él.- le dice Mary Ann a la
chica-ratón, aparenta unos diecisiete años.
-¿Por
qué queréis matar a un conejo?- le pregunto incrédula.
-No
es matarlo, es atraparlo.- se excusa Mary Ann. Yo le dedico otra mira
incrédula.- Necesitamos su poder para salvar a un amigo que está
atrapado en el castillo de la reina.- su voz es dulce y por su
aspecto parece bondadosa, debe de tener mi edad, diecinueve.
-Está
bien, pero deberíais pensar que la gente podría caer si hacéis un
agujero en medio de un camino. Podríais poner una señal o algo, el
conejo no lo verá.- le digo.
-El
conejo es más de lo que aparenta, puede leer y escribir, e incluso
tiene un coeficiente más alto que la mayoría de nosotros, lo que le
permite crear portales a otros mundos, algo imposible sin un alto
nivel de magia y conocimientos avanzados.- me explica, parece tener
mucho conocimiento sobre el tema.
-Oh,
no lo había pensado, aquí todos sois así de raros.- le digo
excusándome por no saber esa información que aquí parece ser de lo
más importante.
-¿No
eres de aquí?- me pregunta.
-No,
soy de otro mundo que probablemente no conozcas.- le digo un poco
cortante.
-¿Pero
a quién tenemos aquí?- dice el ratón que había entrado primero.
-Oh,
también olvidaba que los ratones hablan.- le digo sin mucho
entusiasmo.
-¡Lirona!-
me corrige la pequeña roedora blanca, me fijo más en ella y veo que
lleva un pequeño vestido rojo rosado.
-Está
bien, lirona.- le digo como si le hablase a una niña pequeña.
-¡La
Sota de Corazones! ¡La Sota de Corazones!- se pone a gritar mientras
salta.- Sería imposible contar al número de personas a los que ha
robado.- dice de manera burlona.- Y más imposible aún a las
personas a las que ha traicionado.
-¿La
Sota de Corazones es tu novio?- me pregunta Mary Ann. No aguanto la
situación.
-¡No!-
le grito.- Es tan solo un amigo, es más lo conozco desde hace tres
días.- le digo molesta.
-Pues
se ha creado un vínculo bastante fuerte entre vosotros dos, yo que
tú me alejaría de él.- me dice Mary Ann. ¿Alejarme?¿Pero que
diablos se cree que es para decirme o no con quién puedo estar?
-Primero,
es un vínculo de amistad, y segundo, estaré con quien me venga en
gana.- le digo enfadada.
-Tranquila,
no hace falta que te pongas a la defensiva.- me dice levantando las
manos.
-¿Como
quieres que no me ponga a la defensiva si casi me mato por vuestra
culpa?- le grito furiosa. No me puedo creer que me haya dicho eso.
-Pues
vamos bien.- dice de manera sarcástica pero sin mostrar entusiasmo
alguno.
No
le respondo, y pasamos unos minutos calladas las dos, hasta que se me
pasa la rabia.
-Ya.-
le digo, y al momento me siento estúpida.
-¿Quieres
entrar?- me pregunta.
-¿Y
dejarlo aquí?- le digo. Me he vuelto a poner a la defensiva, pero
esta vez ha sido sin quererlo.
-Podemos
meterlo dentro, estará a salvo.- me dice con una sonrisa cogiéndolo
de los pies.
-Está
bien.- le digo yo con otra sonrisa. Lo cojo de los brazos y paso a
través de la pared de tierra, parece como gelatina líquida que no
llega mojarte, es una sensación escalofriante pero mágica.
-¿Y
por qué queríais atrapar al conejo?- le pregunto mientras caminamos
por el pasillo.
-Nuestro
amigo está en el castillo de la reina.- me dice.- Contra su
voluntad.- añade para aclararlo.
-¿Qué
le pasó?- le pregunto, aunque tal vez no debería hacerlo.
-Él
podía viajar entre mundos y la reina le encargó que le trajese a
alguien de otro mundo, él aceptó, pero al volver del otro mundo
volvió solo y, bueno, allí está.- me explica triste.
-Vaya,
lo siento.- le digo por educación.
-Mary
Ann, deja a la chica y ven a ayudarme.- le grita Lizzard a Mary Ann
al verla conmigo.
-Está
bien.- le grita Mary Ann.- Espera aquí.- me dice después.
-Yo
también puedo ayudar.- le digo yendo hacia Lizzard.
-No
lo creo.- me dice Lizzard haciendo una mueca. No me quiere aquí.
-¿De
qué se trata?- le pregunta Mary Ann.
-Él.-
le dice Lizzard. La intriga me vuelve a invadir, ¿quién será “Él”?
-Alice,
espera aquí.- me dice Mary Ann.
-O
mejor, vete por donde has venido, no haces más que estorbar.- me
dice Lizzard de mala gana. No le contesto ni hago el menor movimiento
de enfado, tiene razón, yo no debería estar aquí, soy un estorbo.
-¡Lizzard!-
le regaña Mary Ann.
-He
dicho la verdad.-le dice mientras se alejan de mí.
Paso
unos minutos quieta en donde me han dejado, pero al cabo de un rato
empiezo caminar por el pasillo por el que se han ido. Las encuentro
cerca de una puerta de la que sale humo de colores, pero permanezco
escondida detrás de la pared.
-¿Qué
hay ahí dentro?- les digo saliendo de mi escondite unos minutos
después.
-Alice.-
dice Mary Ann sorprendida.
-Alice.-
dice Lizzard haciendo una mueca.- Vete de aquí. ¡Ahora!
-No.-
susurro antes de tirarme hacia la puerta. Intento abrirla pero para
mi sorpresa mis manos atraviesan el picaporte, y algo tira de ellas
hacia adentro haciéndome atravesar la gelatina líquida de ella.
-¡Alice,
no!- oigo gritar a Mary Ann antes de desaparecer de allí.
Al
otro lado de la gelatina encuentro un bosque tropical en versión
gigante con humo de colores por todos lados. Comienzo a toser por el
humo, me cuesta respirar.
Oigo
tosidos cerca de mí y me guío a través de ellos por el enorme
bosque.
-¿Hola?-
pregunto al aire. Me siento estúpida, pero si alguien tose será
porque está aquí. Si el humo se disipase sería más facil.
Continuo
caminando sin rumbo por el bosque, cada vez veo menos las siluetas de
los árboles.
En
uno de mis pasos mi pie se tropieza con una rama y me hace caer por
un precipicio de tierra. Cuando cesa la caída, oigo tosidos a mi
lado. Me levanto rápido y me giro.
Delante
de mí hay una seta con una oruga de color azul enorme fumando
cachimba.
-¿Qué?-
pregunto incrédula nada más verlo.
-No
he dicho nada, Alice.- me responde la Oruga con voz quejumbrosa antes
de echarme humo con forma de letras.
Comienzo
a toser a causa del humo.
-¿Cómo
sabes mi nombre?- le pregunto entre tosidos. Después de todo lo que
he vivido aquí debería parecerme normal, pero no es así.
-Lo
sé todo. Nunca debes de cuestionar a alguien que lo sabe todo,
porque frente a esa persona, tú no sabrás nada. El conejo te guiará
de vuelta a tu hogar, pero todo lo que sube, tiene que bajar.- me
dice antes de echarme humo en la cara. Entonces me doy cuenta, él es
el sabio del que me habló Will, él es la Oruga Azul.
-Tú,
tienes que explicarme una historia, ¿qué pasó en la isla a la que
fueron los ratones?- le pregunto ansiosa.
-Un
ratón murió, y, su hermano, resentido, se hizo pirata y culpó a
todos los demás.- me explica sin mucho interés.
-¿Eso
es todo? ¿Ese es el gran misterio?- le pregunto alterada.
-No,
pero no le confieso información privilegiada a desconocidos.- me
dice sin prestarme atención.
-Tengo
otra pregunta, lo sabes todo, ¿verdad?- le digo.
-Sí,
escúpela.- me dice molesto.
-¿Por
qué la Sota de Corazones quería verte?- le pregunto poniéndome
recta.
La
Oruga suelta la cachimba, que se cae. Empieza a cambiar de color
volviéndose añil, y más tarde morada. Sigue cambiando hasta
adquirir un color rojizo, lo cual me asusta.
-¿La
Sota de Corazones está aquí?- me grita echándome su rabia con el
humo. -¡Niña insolente! -me grita esta vez pegándome un latigazo
con su cola.
Caigo
al suelo resentida busco una salida, el hecho de que haya dejado de
fumar me facilita la visión del bosque, pero por desgracia no veo
ninguna salida, y la Oruga es unas cuatro veces yo.
La
Oruga me mira con sus ojos echando fuego e ira, va a devorarme.
Chillo todo lo alto que puedo para que alguien me ayude.
La
Oruga se acerca a mí rebosando de rabia. Antes de que pueda
devorarme la Oruga comienza echar humo, pero esta vez no es por su
boca, y no es de colores precisamente. Un humo negro lo envuelve
haciéndolo explotar.
Comienzo
a correr sin mirar atrás. Cuando llego hasta el precipicio por el
que he caído comienzo a escalarlo a toda prisa. Aunque en la mayoría
de intentos me resbale consigo llegar a la cima y seguir huyendo.
Sigo mis huellas hasta que llego al portal.
-¡Alice!-
me grita una voz grave y aguda al mismo tiempo justo antes de que
entre en el portal.
Diviso
a una mariposa roja ernfurecida volando hacia a mí. Me quedo
paralizada de terror hasta que me coge con sus patas para apartarme
de la puerta de gelatina.
-¡NO!-
chillo.
La
mariposa se gira hacia mí con una sonrisa malévola. Veo un rodillo
salir del portal y pegándole en la cabeza. La Mariposa se desmalla y
vuelve a tener su color azul.
-Mary
Ann.- digo con una sonrisa antes de meterme en el portal de vuelta.
Al
otro lado del portal me encuentro con una Lizzard enfadada y una Mary
Ann preocupada.
-Lo
siento, siento haberme metido ahí dentro.- les digo señalando el
portal.
El
gesto de Lizzard se vuelve aún más horripilante, lo que me hace
asustarme.
-¡Pero
cómo has podido meterte ahí! ¿Es que no piensas? Si llega a salir
la Oruga en tu lugar te habrías quedado encerrada ahí dentro.- me
regaña, lo cual me hace pensar que le importo, pero me hace sentir
inferior.
-Ya
he dicho que lo siento.- murmuro mirando hacia abajo, no quiero ver
su rostro.
Lizzard
comienza a regañarme otra vez, pero Mary Ann la para.
-Lizzard,
te estás pasando.- le dice seria.- Es de otro mundo y no sabía lo
que había ahí dentro ni lo que podía ocurrir.
-¿Y
entonces para qué se mete?- replica Lizzarrd.
-Curiosidad,
lo que hizo que casi te decapitaran una vez.- la calla Mary Ann. Una
sonrisa se dibuja en mi interior pero hago un esfuerzo para que no
salga hacia fuera.
-¿Vamos
a por la Sota?- les pregunto cambiando de tema.
-Está
bien, vamos.- dice Mary Ann.
Las
sigo por los pasillo de piedra de vuelta la salida, si ellas no
estuvieran aquí me habría perdido, hay miles y miles de pasadizos
en este lugar.
Nos
encontramos a la Sota despierto, reflexionando sobre lo que ha
ocurrido.
-¡Alice!-
me dice corriendo para abrazarme. Yo recibo el abrazo, pero me
sonrojo un poco, Mary Ann y Lizzard van a pensar algo. Cuando el
abrazo termina me giro hacia ellas, sé como recompensarlas por
salvarme.
-Tengo
una idea, os ayudaremos a recatar a vuestro amigo del palacio de la
Reina.- les digo una sonrisa.
-¿Qué?-
exclama Will incrédulo.
-Oh,
vamos.- se queja Lizzard.
-Hecho.-
me dice Mary Ann con una sonrisa. A continuación me da la mano.
La
lirona llega corriendo con entusiasmo hasta nosotros.
-¡Vámonos!-
exclama.
Sonrío
y empiezo a subir por las escaleras. Mientras, los demás me siguen.
En lo alto hay una puerta, la abro y me encuentro con el agujero,
pero ahora estoy al otro lado del camino, y la seta donde enganché
la liana, es en realidad un camuflaje para las escaleras.
-Vaya.-
suspiro al respirar el aire del bosque. Observo una paloma volando
hacia el cielo y me pregunto como volveré a casa, no he visto al
conejo por aquí en ningún momento.
Cada capitulo es mejor! Que vicio!!
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