sábado, 4 de enero de 2014

Alice. - Capitulo 5



Well
Hola a todos, aquí os dejo el quinto capítulo de Alice, la adaptación que estoy escribiendo de Alica en el País de las Maravillas, de Lewis Carrol. Dándole click podéis leer los capítulos anteriores:
Para la lectura de este capítulo os recomiendo Athousand years, en la versión de Saxtribution., si no tenéis Spotify este es el link de la canción en Youtube.

Capitulo 5

El consejo de una Oruga

Llevo unos minutos con Will en mis brazos. Antes estaba pálido, ahora está recuperando su color de piel.
-En cuanto te recuperes saldremos de aquí.- le digo más calmada. Las lágrimas se me han ido al ver que se está curando de lo que tuviese.- La liana sigue atada, tenemos una salida.- le digo después, aunque dudo un poco que puedas oírme.
El suelo comienza a temblar. Un terremoto, lo que nos faltaba. Agarro a Will fuerte e intento moverlo hacia un lugar en el que no nos caigan escombros, no demasiados. Antes de que pueda apartarnos a otro lugar el temblor cesa. Al parecer hemos tenido suerte.
Miro hacia las paredes del hoyo y no lo creo. Veo salir a un ratón blanco corriendo. Al fin, un ratón pequeño, no como los pirratas. Detrás de él sale una chica con rasgos de ratón y orejas, debe de haber sufrido alguna clase de transmutación. La chica-ratón va vestida con una túnica andrajosa de color marrón, debe de usarla de camuflaje. Al lado sale otra chica, pero esta no tiene nada que ver con los roedores en su aspecto. Va vestida de criada, debe de ser la que limpie lo que haya al otro lado de la pared.
-Me temo que no.- me dice la chica que va vestida de criada.
-¿Quiénes sois?- les pregunto sin soltar a Will. La rabia me invade en cuestión de segundos, casi morimos los dos por su culpa.- ¿Y por qué habéis hecho esto? ¡No podéis decidir lo que hacer con la vida de los demás!- les grito furiosa.
-Va a haber que calmar a alguien.- dice la criada sacando un rodillo de su espalda.
-Mary Ann, no hay que ponerse así, solo es una chica enfadada.- le dice con una sonrisa riéndose de mí.
-Cálmate chica, no queríamos haceros daño a ti y a tu novio, no teníamos ni idea de que erais vosotros y no el conejo.- me dice Mary Ann guardando el rodillo.
-No es mi novio.- le digo a la defensiva.
-Pues a tu amigo, el caso era que pensábamos que era el conejo. Lizzard, entra dentro y diles que no es él.- le dice Mary Ann a la chica-ratón, aparenta unos diecisiete años.
-¿Por qué queréis matar a un conejo?- le pregunto incrédula.
-No es matarlo, es atraparlo.- se excusa Mary Ann. Yo le dedico otra mira incrédula.- Necesitamos su poder para salvar a un amigo que está atrapado en el castillo de la reina.- su voz es dulce y por su aspecto parece bondadosa, debe de tener mi edad, diecinueve.
-Está bien, pero deberíais pensar que la gente podría caer si hacéis un agujero en medio de un camino. Podríais poner una señal o algo, el conejo no lo verá.- le digo.
-El conejo es más de lo que aparenta, puede leer y escribir, e incluso tiene un coeficiente más alto que la mayoría de nosotros, lo que le permite crear portales a otros mundos, algo imposible sin un alto nivel de magia y conocimientos avanzados.- me explica, parece tener mucho conocimiento sobre el tema.
-Oh, no lo había pensado, aquí todos sois así de raros.- le digo excusándome por no saber esa información que aquí parece ser de lo más importante.
-¿No eres de aquí?- me pregunta.
-No, soy de otro mundo que probablemente no conozcas.- le digo un poco cortante.
-¿Pero a quién tenemos aquí?- dice el ratón que había entrado primero.
-Oh, también olvidaba que los ratones hablan.- le digo sin mucho entusiasmo.
-¡Lirona!- me corrige la pequeña roedora blanca, me fijo más en ella y veo que lleva un pequeño vestido rojo rosado.
-Está bien, lirona.- le digo como si le hablase a una niña pequeña.
-¡La Sota de Corazones! ¡La Sota de Corazones!- se pone a gritar mientras salta.- Sería imposible contar al número de personas a los que ha robado.- dice de manera burlona.- Y más imposible aún a las personas a las que ha traicionado.
-¿La Sota de Corazones es tu novio?- me pregunta Mary Ann. No aguanto la situación.
-¡No!- le grito.- Es tan solo un amigo, es más lo conozco desde hace tres días.- le digo molesta.
-Pues se ha creado un vínculo bastante fuerte entre vosotros dos, yo que tú me alejaría de él.- me dice Mary Ann. ¿Alejarme?¿Pero que diablos se cree que es para decirme o no con quién puedo estar?
-Primero, es un vínculo de amistad, y segundo, estaré con quien me venga en gana.- le digo enfadada.
-Tranquila, no hace falta que te pongas a la defensiva.- me dice levantando las manos.
-¿Como quieres que no me ponga a la defensiva si casi me mato por vuestra culpa?- le grito furiosa. No me puedo creer que me haya dicho eso.
-Pues vamos bien.- dice de manera sarcástica pero sin mostrar entusiasmo alguno.
No le respondo, y pasamos unos minutos calladas las dos, hasta que se me pasa la rabia.
-Ya.- le digo, y al momento me siento estúpida.
-¿Quieres entrar?- me pregunta.
-¿Y dejarlo aquí?- le digo. Me he vuelto a poner a la defensiva, pero esta vez ha sido sin quererlo.
-Podemos meterlo dentro, estará a salvo.- me dice con una sonrisa cogiéndolo de los pies.
-Está bien.- le digo yo con otra sonrisa. Lo cojo de los brazos y paso a través de la pared de tierra, parece como gelatina líquida que no llega mojarte, es una sensación escalofriante pero mágica.
-¿Y por qué queríais atrapar al conejo?- le pregunto mientras caminamos por el pasillo.
-Nuestro amigo está en el castillo de la reina.- me dice.- Contra su voluntad.- añade para aclararlo.
-¿Qué le pasó?- le pregunto, aunque tal vez no debería hacerlo.
-Él podía viajar entre mundos y la reina le encargó que le trajese a alguien de otro mundo, él aceptó, pero al volver del otro mundo volvió solo y, bueno, allí está.- me explica triste.
-Vaya, lo siento.- le digo por educación.
-Mary Ann, deja a la chica y ven a ayudarme.- le grita Lizzard a Mary Ann al verla conmigo.
-Está bien.- le grita Mary Ann.- Espera aquí.- me dice después.
-Yo también puedo ayudar.- le digo yendo hacia Lizzard.
-No lo creo.- me dice Lizzard haciendo una mueca. No me quiere aquí.
-¿De qué se trata?- le pregunta Mary Ann.
-Él.- le dice Lizzard. La intriga me vuelve a invadir, ¿quién será “Él”?
-Alice, espera aquí.- me dice Mary Ann.
-O mejor, vete por donde has venido, no haces más que estorbar.- me dice Lizzard de mala gana. No le contesto ni hago el menor movimiento de enfado, tiene razón, yo no debería estar aquí, soy un estorbo.
-¡Lizzard!- le regaña Mary Ann.
-He dicho la verdad.-le dice mientras se alejan de mí.
Paso unos minutos quieta en donde me han dejado, pero al cabo de un rato empiezo caminar por el pasillo por el que se han ido. Las encuentro cerca de una puerta de la que sale humo de colores, pero permanezco escondida detrás de la pared.
-¿Qué hay ahí dentro?- les digo saliendo de mi escondite unos minutos después.
-Alice.- dice Mary Ann sorprendida.
-Alice.- dice Lizzard haciendo una mueca.- Vete de aquí. ¡Ahora!
-No.- susurro antes de tirarme hacia la puerta. Intento abrirla pero para mi sorpresa mis manos atraviesan el picaporte, y algo tira de ellas hacia adentro haciéndome atravesar la gelatina líquida de ella.
-¡Alice, no!- oigo gritar a Mary Ann antes de desaparecer de allí.
Al otro lado de la gelatina encuentro un bosque tropical en versión gigante con humo de colores por todos lados. Comienzo a toser por el humo, me cuesta respirar.
Oigo tosidos cerca de mí y me guío a través de ellos por el enorme bosque.
-¿Hola?- pregunto al aire. Me siento estúpida, pero si alguien tose será porque está aquí. Si el humo se disipase sería más facil.
Continuo caminando sin rumbo por el bosque, cada vez veo menos las siluetas de los árboles.
En uno de mis pasos mi pie se tropieza con una rama y me hace caer por un precipicio de tierra. Cuando cesa la caída, oigo tosidos a mi lado. Me levanto rápido y me giro.
Delante de mí hay una seta con una oruga de color azul enorme fumando cachimba.
-¿Qué?- pregunto incrédula nada más verlo.
-No he dicho nada, Alice.- me responde la Oruga con voz quejumbrosa antes de echarme humo con forma de letras.
Comienzo a toser a causa del humo.
-¿Cómo sabes mi nombre?- le pregunto entre tosidos. Después de todo lo que he vivido aquí debería parecerme normal, pero no es así.
-Lo sé todo. Nunca debes de cuestionar a alguien que lo sabe todo, porque frente a esa persona, tú no sabrás nada. El conejo te guiará de vuelta a tu hogar, pero todo lo que sube, tiene que bajar.- me dice antes de echarme humo en la cara. Entonces me doy cuenta, él es el sabio del que me habló Will, él es la Oruga Azul.
-Tú, tienes que explicarme una historia, ¿qué pasó en la isla a la que fueron los ratones?- le pregunto ansiosa.
-Un ratón murió, y, su hermano, resentido, se hizo pirata y culpó a todos los demás.- me explica sin mucho interés.
-¿Eso es todo? ¿Ese es el gran misterio?- le pregunto alterada.
-No, pero no le confieso información privilegiada a desconocidos.- me dice sin prestarme atención.
-Tengo otra pregunta, lo sabes todo, ¿verdad?- le digo.
-Sí, escúpela.- me dice molesto.
-¿Por qué la Sota de Corazones quería verte?- le pregunto poniéndome recta.
La Oruga suelta la cachimba, que se cae. Empieza a cambiar de color volviéndose añil, y más tarde morada. Sigue cambiando hasta adquirir un color rojizo, lo cual me asusta.
-¿La Sota de Corazones está aquí?- me grita echándome su rabia con el humo. -¡Niña insolente! -me grita esta vez pegándome un latigazo con su cola.
Caigo al suelo resentida busco una salida, el hecho de que haya dejado de fumar me facilita la visión del bosque, pero por desgracia no veo ninguna salida, y la Oruga es unas cuatro veces yo.
La Oruga me mira con sus ojos echando fuego e ira, va a devorarme. Chillo todo lo alto que puedo para que alguien me ayude.
La Oruga se acerca a mí rebosando de rabia. Antes de que pueda devorarme la Oruga comienza echar humo, pero esta vez no es por su boca, y no es de colores precisamente. Un humo negro lo envuelve haciéndolo explotar.
Comienzo a correr sin mirar atrás. Cuando llego hasta el precipicio por el que he caído comienzo a escalarlo a toda prisa. Aunque en la mayoría de intentos me resbale consigo llegar a la cima y seguir huyendo. Sigo mis huellas hasta que llego al portal.
-¡Alice!- me grita una voz grave y aguda al mismo tiempo justo antes de que entre en el portal.
Diviso a una mariposa roja ernfurecida volando hacia a mí. Me quedo paralizada de terror hasta que me coge con sus patas para apartarme de la puerta de gelatina.
-¡NO!- chillo.
La mariposa se gira hacia mí con una sonrisa malévola. Veo un rodillo salir del portal y pegándole en la cabeza. La Mariposa se desmalla y vuelve a tener su color azul.
-Mary Ann.- digo con una sonrisa antes de meterme en el portal de vuelta.
Al otro lado del portal me encuentro con una Lizzard enfadada y una Mary Ann preocupada.
-Lo siento, siento haberme metido ahí dentro.- les digo señalando el portal.
El gesto de Lizzard se vuelve aún más horripilante, lo que me hace asustarme.
-¡Pero cómo has podido meterte ahí! ¿Es que no piensas? Si llega a salir la Oruga en tu lugar te habrías quedado encerrada ahí dentro.- me regaña, lo cual me hace pensar que le importo, pero me hace sentir inferior.
-Ya he dicho que lo siento.- murmuro mirando hacia abajo, no quiero ver su rostro.
Lizzard comienza a regañarme otra vez, pero Mary Ann la para.
-Lizzard, te estás pasando.- le dice seria.- Es de otro mundo y no sabía lo que había ahí dentro ni lo que podía ocurrir.
-¿Y entonces para qué se mete?- replica Lizzarrd.
-Curiosidad, lo que hizo que casi te decapitaran una vez.- la calla Mary Ann. Una sonrisa se dibuja en mi interior pero hago un esfuerzo para que no salga hacia fuera.
-¿Vamos a por la Sota?- les pregunto cambiando de tema.
-Está bien, vamos.- dice Mary Ann.
Las sigo por los pasillo de piedra de vuelta la salida, si ellas no estuvieran aquí me habría perdido, hay miles y miles de pasadizos en este lugar.
Nos encontramos a la Sota despierto, reflexionando sobre lo que ha ocurrido.
-¡Alice!- me dice corriendo para abrazarme. Yo recibo el abrazo, pero me sonrojo un poco, Mary Ann y Lizzard van a pensar algo. Cuando el abrazo termina me giro hacia ellas, sé como recompensarlas por salvarme.
-Tengo una idea, os ayudaremos a recatar a vuestro amigo del palacio de la Reina.- les digo una sonrisa.
-¿Qué?- exclama Will incrédulo.
-Oh, vamos.- se queja Lizzard.
-Hecho.- me dice Mary Ann con una sonrisa. A continuación me da la mano.
La lirona llega corriendo con entusiasmo hasta nosotros.
-¡Vámonos!- exclama.
Sonrío y empiezo a subir por las escaleras. Mientras, los demás me siguen. En lo alto hay una puerta, la abro y me encuentro con el agujero, pero ahora estoy al otro lado del camino, y la seta donde enganché la liana, es en realidad un camuflaje para las escaleras.
-Vaya.- suspiro al respirar el aire del bosque. Observo una paloma volando hacia el cielo y me pregunto como volveré a casa, no he visto al conejo por aquí en ningún momento.

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