jueves, 16 de enero de 2014

QUINTO CAPITULO


Well
    Hola, después de mucho tiempo he conseguido terminar el quinto capítulo de ATP, he tenido una gran falta de inspiración para esta historia en estos meses, pero al fin he conseguido escribir el capítulo, mejor tarde que nunca.. No sé cuando publicaré el sexto, pero supongo que tras el octavo el primer trimestre en esa academia terminará y pasa´ra bastante tiempo hasta el siguiente. Perdonad mi tardanza.
    Capitulos anteriores:

    
    Para este capítulo escuchad la canción que queráis, no me decanto por ninguna.





QUINTO CAPITULO

ya han pasado tres semanas desde el comienzo de las clases. Me he acostumbrado a los horarios, a las comidas, a mis compañeros y he hecho buenos amigos. La mayoría de ellos no están en mi clase y no se conocen entre ellos. Es raro no tener tiempo para todos. Los viernes y sábados los suelo pasar con Ben, a veces vamos con Maddy y con más gente pero los mejores momentos son en los que estamos los dos solos. Ahora la mayoría de la academia sabe que estamos juntos, y la verdad es que no me incomoda. Mi amistad con Rob se ha fortalecido tanto que he quedado algunas tardes a solas con él, yo le cuento mis problemas, él a mi los suyos, y le damos solución entre los dos, la verdad es que es una persona encantadora, es como un hermano para mí. Comparto más secretos con él que con Maddy. Por otro lado parece que Maddy y Austin se llevan bien, pero no han llegado a nada más que a ser amigos, creo que los dos se gustan pero con todo lo que les ha pasado no consiguen la suficiente confianza el uno con el otro y tienen miedo de volver a romper, tienen miedo del dolor, de las lágrimas y de la traición. También tienen que tener la cabeza llena de dudas. He empezado ha entrenar en el equipo de volley, siento que estoy cambiando a mejor, cada día me siento más fuerte, y no solo de físicamente, sino psicológicamente. He ido ya seis veces a hablar con la doctora. Cree que soy anoréxica, pero le estoy haciendo cambiar de parecer, normalmente me pregunta, sobre lo que como, pero a veces se pasa y me pregunta cosas de mi vida privada, al igual que toda la academia, sabe que soy la novia de Ben. La diferencia es que ella sabe todos los detalles de nuestras citas y nuestros momentos más íntimos y mis pensamientos, todos y cada uno de ellos, me hace apuntarlos en una libreta y darle la hoja de la libreta cada vez que la veo. Parece que cuando me desmayé estaba demasiado cansada y le podría haber pasado a cualquiera, pero la doctora se está convirtiendo en mi psicóloga.
Ahora me dirijo a una de nuestras charlas, ya no hace tanto Sol como en Agosto, se empieza a notar Octubre. Son las seis, pero ya está anoche-ciendo.
Camino por el campus de la academia observando los árboles, empiezan a tener un color anaranjado y amarillento. A algunos solo les quedan las ramas y el tronco ya que sus hojas abundan por el suelo.
Noto una gran corriente de aire que me hace cerrar los ojos y meter las manos en los bolsillos de mi sudadera. Cuando el viento cesa abro los ojos de nuevo. Antes tenía la capucha puesta, pero ahora no.
Me vuelvo a poner la capucha tapando mi melena rubia y comienzo a caminar otra vez. Me queda poco para llegar a la enfermería. Solo le he contado a a una persona que voy allí, y esa persona se llama Rob.
Entro en el despacho de la doctora y me siento. Tan solo verla me ha irritado. Su moño castaño, sus gafas y su bata blanca me producen malos recuerdos de las primeras sesiones que tuve con ella. Puede parecer raro pero yo suelo relacionar sonidos, imágenes, olores y tactos a los recuerdos, por lo tanto, si alguien se pone la ropa con la que estuvo un día enfadado conmigo mi cerebro asociará la imagen de la ropa al recuerdo de la discusión y me sentiré mal.
-Buenas tardes Eveline.- me saluda. ¿Qué tienen de buenas? Tengo que estar aguantando sus preguntas personales y ella mis respuestas con malas formas.
-Hola.- le digo acompañando la palabra con un suspiro.
-¿Me dejas echarle un vistazo a la libreta?- me pregunta. Saco la libreta del bolsillo de mi pantalón y se la entrego.
La doctora la coge con una sonrisa forzada y la abre. Empieza a pasar las páginas hacia adelante y hacia atrás, debe de estar comparando mis pensamientos de los diferentes días.
-Bien, sueles escribir las mismas emociones casi siempre, y tu manera de pensar no cambia.- me quedo mirándola dudosa.- Eso es bueno.- me explica.- ¿Qué tal tu semana con Ben?- me pregunta después. Quiero responder le que la semana aún no ha acabado, sacar mis sentimientos de mi interior, y desahogarme pero me obligo a responderle con buenas maneras y tener buenos modales.
-Bien.- le digo. Me quedo callada con una pequeña sonrisita mirando su desconcierto.
-¿Algo más? ¿puedes explicarme que habéis hecho o por qué va bien?- me pregunta desconcertada. Me aguanto la risa y le respondo con voz de niña pequeña.
-No sé, ha sido una semana normal.- le digo antes de esconderme en mi sonrisa.
-Está bien, bueno- se abre la puerta, me giro rápido par ver de quién se trata. Me quedo sin respiración al ver quién es. Es un chico rubio, lleva el pelo hacia arriba un poco despeinado, lo cual le da un toque atractivo. Sus ojos verdes se fijan en mí por un momento sin darme mucha importancia. ¿Tienes miedo enanita? No paro de oír esa frase en mi cabeza.
Giro la cabeza y me entierro en mis pensamientos. Estoy temblando y no puedo hablar. No sé si es porque me castañean los dientes o porque tengo un enorme nudo en la garganta.
-Niall, espera un momento a fuera, ya estoy acabando con esta chica.- le dice la doctora con calma, parece estar entrenada para esto.
La miro con lágrimas en los ojos y veo el reflejo de Niall en sus gafas, la verdad es que la hacen parecer más intelectual.
-Pero doctora, si no tardaremos nada.- le dice poniéndole la mano para que le de algo, no sé de qué se trata, pero siento un poco de intriga por saberlo. Me gustaría mirar, pero estoy llorando, y lo cierto es que me tiemblan las piernas.
Intento hacer que cese el tembleque pero no lo consigo. Así que entierro mi cabeza en mis brazos para que no me vea sufrir, y menos por que sea él.
-No me repliques Niall, no te voy a dar más...- le regaña la doctora, pero para de hablar al percatarse de que sigo en su despacho. Quiero saber de qué hablan.
Niall suspira molesto.
-Los dos os parecéis, deberíais hablar de vuestros problemas alguna tarde.- nos dice después. ¿Yo? Parecerme a él, nunca. No me parezco, y si dice que nos parecemos por la anorexia está más equivocada, no padezco ninguna clase de enfermedad, me desmayé sin más. Estoy harta de que no me crean.
-Adiós.- le dice secamente mientras se va. Entiendo como se debe de sentir, esta mujer me frustra tanto.
-Buen viaje.- le dice la doctora irónicamente. Siento asco hacia ella cuando lo dice, hacia su personalidad, es tan arrogante.
Niall cierra la puerta de un portazo, inmediatamente levanto la cabeza.
-Eveline, ¿por qué estás así?- me pregunta preocupada la doctora. Me fijo en sus rizos castaños para no pensarlo, pero el hecho de que ya lo haya preguntado hace que comience a llorar más.
-Ese chico se metió conmigo el primer día de mis entrenamientos, y le planté cara, no debí hacerlo.- le digo llorando a más no poder. Empiezo a atragantarme con mis lágrimas, lo que me hace llorar más y toser.
-¿Por qué no me lo habías contado?- me pregunta estupefacta.
-¿No es obvio? Me duele recordarlo, me sentí avergonzada.- le grito sin dejar de llorar.
-Es suficiente.- me dice poniéndose la mano en la frente. Está cansada de mí, debe de pensar que mis problemas son estúpidos e infantiles. -Te voy a dar un consejo. No puedes ponerte así cada vez que veas a alguien o te pase algo.- me dice, más que consejo parece una orden.
-¿Por qué? ¿Qué tiene de malo sacar mis sentimientos hacia a fuera?- le grito con más lágrimas todavía. La doctora se queda callada, no debe de encontrar una respuesta correcta para mi pregunta.
Me levanto de malas formas de mi silla y me voy.
Mientras camino de vuelta a la residencia me seco las lágrimas. No hay absolutamente nadie en el campus.
-Bonita sudadera.- oigo decir a una voz detrás de mi. Me giro pero no encuentro a nadie. Sacudo la cabeza y sigo caminando, debo de habérmelo imaginado.
-¿Te gusta el morado, eh?- oigo decir de nuevo a la voz cuando estoy más adelante. Levanto la vista del suelo y lo veo en medio del camino, ahí está. Niall, el chico al que temo, está enfrente de mí.
Sin pensarlo dos veces empiezo a correr en sentido contrario en el que está él. Corro todo lo que puedo muerta de miedo, pero por desgracia él es mucho más rápido que yo.
Me alcanza y me tapa la boca con su mano mientra me agarra el cuello con su brazo para que no me escape.
Empiezo a patalear para soltarme pero no consigo nada, ¿qué va a hacerme?
-Tranquila.- me dice entre dientes intentando que deje de moverme. Yo sin embargo sigo pataleando y buscando otras formas de escaparme todo lo que puedo, pero acabo por dejar de hacerlo puesto que nada da resultado.
Dos lágrimas salen en contra mi voluntad de mis ojos, no quiero volver a llorar, pero presiento que no van a ser las últimas lágrimas de hoy.
Niall me coge en brazos y me lleva justo al lado opuesto de mi destino, no sé a dónde me lleva ni que me va a hacer, pero no puede ser bueno.
Tras un rato caminando en sus brazos al fin toco el suelo. Niall me baja pero no me suelta del todo. Genial, estoy en el descampado donde empecé a salir con Ben. No puedo evitar esbozar un sonrisa. No quiero que Niall me vea sonreír así que aparto la sonrisa de mi rostro.
-¿Nos parecemos?- me pregunta a agarrándome de la espalda. Así que todo esto es por lo que ha dicho la doctora.
-Está claro que no.- le digo. -No nos parecemos nada.
-¿Qué es lo que te pasa? Vamos cuéntalo.- me dice acercándose a mí. Niall no es mi amigo, está claro, no puede acercarse así a mí, y menos pedirme explicaciones de mi supuesto enfermedad. Sinceramente, odio a la doctora.
-Es una farsa, la doctora se ha vuelto loca y se cree que soy una chica anoréxica, ni siquiera estoy delgada, no la entiendo,- le digo. He hablado demasiado, o más bien, he pensado en voz alta.-¿y a ti? -le pregunto después.
-Estupideces.- me responde. Soy estúpida, le he dicho lo que me pasa sin que él me haya dicho nada.
-Yo te lo he dicho, dímelo tú a mí.- le digo en voz alta. Me ha enrabiado bastante no poder saberlo, tengo tanta intriga. Seguramente él también piensa ahora que soy anoréxica, esto es increíble, por un simple desmallo me toman por mentirosa y posiblemente por loca. Lo odio.
-Creo que note conviene exigir nada, mi pequeña Eveline. Observa la situación, te tengo en mis brazos y puedo hacer lo que me convenga contigo.- me dice tenso. La impotencia me invade, tiene razón, puede hacer lo que le convenga, pero si no lo ha hecho ya debe de ser por una razón. “Mi pequeña Eveline”. No soy suya, aunque puede que en este momento puede que sí lo sea.
Hago un esfuerzo por mantener los ojos tensos sin derrochar ninguna lágrima.
-¿Y ahora qué?- le pregunto sin mirarle a la cara. No quiero ver como se regodea de tenerme aquí contra mi voluntad.
-Ahora te puedes ir, porque no creo que quieras hablar en este momento. Pero mañana volverás aquí, porque si no lo haces iré a por ti. Y otra cosa, no le dirás nada a nadie. Piensa esta noche en lo que te estoy diciendo. ¿Está claro Eveline?- me explica mirándome a los ojos un poco tenso con una sonrisa un tanto agónica.
Asiento con la cabeza porque estoy segura de que no podría pronunciar ninguna palabra, y menos una que significa tantas cosas como un sí.
Niall me quita una de mis pulseras, una hecha con hilos azules y blancos que me regaló Kevin cuando éramos pequeños, es más, me la hizo él porque mi madre no quería regalarme una pulsera parecía que yo quería. Al principio no me gustó pero con el tiempo es pulsera fue adquiriendo valor. Y ahora me la acaban de quitar.
A continuación me quita mi reloj, no puedo evitar mirarle enfadada aunque con miedo.
-Tengo que asegurarme de que mañana vendrás.- me dice mientras mete las cosas en el bolsillo de su pantalón.
Quiero hablar con él sin miedo, pero no lo consigo.
Niall me vuelve a agarrar el brazo y me lleva hasta unas escaleras, lo más posible es que lleven a la academia, ¿cuánto nos habremos alejado de ella?
Comienzo a subirlas, y al llegar a la cima siento como si me liberase de algo, ya puedo hablar, ya no tengo el nudo en la garganta que tenía antes. Comienzo a correr hacia mi residencia por las baldosas del camino, sin tener muy claro si realmente me llevarán al lugar al que espero llegar.





Mientras me lavo los dientes oigo un chillido. Escupo la pasta y vuelvo a mi habitación en busca de Maddy.
-¿Qué ha sido eso?- le pregunto.
-Pensaba que tú lo sabrías.- me dice levantándose nerviosa. -Vamos a ver.
Bajamos las escaleras rápido y nos encontramos a las demás alrededor de una puerta, algunas llorando y otras hablando entre susurros preocupadas.
Me acerco para ver mejor lo que pasa, lo cual me hace retroceder. Una de las chicas de la residencia está inerte en el suelo, se llama Rita.
-¿Qué le ha pasado?- les pregunto a Brenda y a Camille.
-Rose la he encontrado así, creo que ha tenido una bajada de azúcar.- me responde Camille preocupada. La frustración me llena, me alejo de ella y me siento en la escalera. Apoyo mi cabeza en mis rodillas y dejo caer algunas lágrimas. Ya tengo dos razones para no dormir tranquila esta noche.
Minutos después llega nuestra supervisora, Kate, con más personas. Alguien se acerca a mí.
-¿Eveline?- me pregunta la doctora, la reconozco por su voz.
Levanto la cabeza con lágrimas y la miro.
-Lo siento.- me dice con la cara apenada.
-No lo sientas por esto, no sabes lo que me has hecho.- le digo con agonía. Por su culpa estoy atada a Niall de alguna manera.
-No te entiendo, pero he estado hablando con tus compañeras, con Maddy en especial, ya no hace falta que vengas más a mi consulta.- me dice con una pequeña sonrisa.
-No pensaba ir.- le digo sin mostrar emociones.
-Adiós.- me dice antes de irse con los demás y con Rita.
-¿Y ahora qué?- pregunta una chica.
-Yo me voy a quedar esperando hasta que nos traigan noticias, vosotras haced lo que queráis.- dice su compañera. La comprendo, pero no sé si yo haría lo mismo por Maddy, es como si fuese su amiga por obligación, por estar en su misma habitación. Es simpática, pero de no estar en su misma habitación me habría acercado a ella, no como a Rob.
-¿No es lo mismo estar aquí que en nuestras habitaciones?- pregunta otra chica.
-En nuestras habitaciones no nos enteraremos si traen noticias.- le dice Rose molesta.
-Tiene razón.- dice otra.
-Estamos a dos metros, ¿como no nos vamos a enterar?- replica la otra chica.
-¿Cuando llega Eveline a las tantas de la noche después de estar con Ben te enteras?- dice la compañera de Rita a punto de estallar.
Levanto la cabeza avergonzada. Todas me están mirando, supongo que esperando a que hable. Un calor comienza a subir por mi cuello hasta llegar a mi frente, pero sin desparecer por ninguna parte de su recorrido, debo tener la cara roja.
El silencio reina en la residencia por unos segundos.
-No metáis a Eveline en esto, ya está sufriendo bastante.- exclama Maddy haciendo que ahora la miren a ella. El calor comienza a desaparecer con los nervios y la vergüenza, pero creo que se lo paso a Maddy, aunque no con tanta intensidad.
-Estamos discutiendo por una tontería, ¿no os dais cuenta?- exclama una chica pelirroja ajustándose sus gafas moradas, Chrystalle.
Las otras chicas la miran molestas, ni que hubiese dicho la mayor barbaridad del mundo, es más, estoy de acuerdo con ella.
-No, la verdad es que no, no llevas razón, que se te den bien los estudios no significa que tengas razón en todo.- exclama su compañera.
-¿Qué? -le pregunta incrédula.
-Lo que oyes.- le responde de mala gana.
-Creo que la envidia te está cegando, Angelina.- le dice Chrystale con tono de superioridad.
-¡No! ¡No es la envidia, estás siempre igual, crees que tienes razón en todo pero no es así! Normalmente intento callármelo pero cada día me sacas más de mis casillas.- estalla Angelina. Me parece que se está desahogando nada más, suelen estar muy unidas siempre.
-¡Pues si tanto te saco de tus casillas no entiendo por qué sigues conmigo!- le grita Chrystalle con dolor y rabia. Parece que Maddy también lo nota.
-Calma, esto se nos está yendo de las manos.- les dice interponiéndose entre las dos.
-¡No voy a calmarme si no quiero!- le grita Angelina.
-Solo era una sugerencia.- dice Maddy en voz más baja.
No puedo evitar soltar una carcajada a causa de la situación.
-¿Y tú qué Andersen? ¿Acaso buscas pelea?- me grita Chrystalle.- Siempre tan callada y solitaria con nosotras, pero luego no eres nada así, te pones a perrear con cualquier chico que ves. ¿Te crees mejor que nosotras?- me dice. No puedo aguantarlo y comienzo a temblar. ¿Se puede saber de dónde ha sacado que voy perreando por ahí.
-¡Eso es!- grita otra chica rubia de pelo rizado. ¿Se puede saber que les he hecho?
No aguanto más y me levanto de la escalera.
-¿Se puede saber qué os he hecho? ¿O al menos de dónde habéis sacado que voy perreando? En primer lugar, si soy callada con vosotras será porque no quiero hablar con vosotras, prefiero mantener las cosas en secreto, ¿porque sabéis lo que me pasa siempre? Que la gente usa mis secretos para crear rumores y arruinarme, como me estáis haciendo ahora mismo con lo de perrear. -tras la última palabra me dejo caer en la escalera de nuevo y entierro la cabeza en mis rodillas dejando caer lágrimas.
-Mira a vosotras os pasa algo, no sé si es envidia o ganas de estropearlo todo pero algo os pasa. -me defiende Maddy antes de intentar consolarme. Me sorprendo un poco por su actitud, supongo que había subestimado su amistad.
-Me voy a dormir, intentad no gritar en el resto de la noche. -dice una chica antes de irse con su compañera.
El silencio vuelve a llenar la residencia, ¿hasta dónde nos va a llevar esto?
Pasamos otros minutos más discutiendo sobre si quedarnos aquí o no, lo cierto es que Chrystalle tiene razón, estamos discutiendo por una tontería. Pero la tontería nos está llevando a una discusión de verdad llena de odio y rabia. Lo importante es como se encuentra Rita, pero parece que eso no le importa a ninguna. No quiero seguir aquí.
Me seco las lágrimas y me levanto.
-Me voy. -les anuncio sin mucho entusiasmo. Comienzo a subir las escaleras hasta que una chica me para, Chrystalle.
-Espera, lo siento. -me dice, pero ya es tarde para que se disculpe, ahora no quiero hablar con ella, no quiero hablar con nadie. Sigo subiendo las escaleras ignorándola. -Eveline. -me vuelve a llamar.
-Déjame.- le digo intentando no mostrar ninguna emoción.
Tras entrar en mi habitación cierro la puerta y me derrumbo en mi cama. No puedo evitar mirar la hora en mi móvil, aunque tampoco me importa mucho. Las una y media. Mañana tengo clase, pero no me importa mucho.
Entierro la cabeza en mi almohada y desaparezco de allí, de la residencia, de la academia, del mundo. Ya no me siento como si fue se yo, los problemas ya no están y mis preocupaciones tampoco. No me importa nada, solo el descanso y la reflexión, es como si no estuviese en mi cuerpo, como si fuese una nube de gas que recorre el mundo sin apenas hacer un esfuerzo.
Oigo la puerta abrirse y desaparezco de allí. Las preocupaciones vuelven a mi cabeza y vuelvo al mundo real.
Me giro para ver quién es, Maddy.
-¿Estás bien?- me pregunta sentándose a mi lado.
-Sí, tengo más cosas de las que preocuparme.- le digo. Tras decir esas palabras recuerdo a Niall, pero no sé si ha sido real o simplemente un sueño. Me miro la muñeca y no me lo creo, mi reloj y mi pulsera no están.
-¡Eveline!- exclama Maddy al ver mi cara de preocupación.
-¿Qué?- le pregunto cambiando mi cara.
-Parecías preocupada.
-No es nada, es solo que tengo sueño, me hace falta dormir.- le digo metiéndome en mis sábanas.
-Está bien, pero mañana tenemos que hablar.- me dice metiéndose ella en su cama.
-¿Mañana? es viernes.- me quejo cerrando los ojos.

miércoles, 15 de enero de 2014

Memorias de un mensaje. - CAPITULO 2

Todo acaba de comenzar. Nos volvemos a encontrar los tres otra vez. La sirena anuncia el comienzo de la primera clase de este nuevo año. Aún no la habíamos visto. Queríamos estar presentes los tres al mismo tiempo, o por lo menos era lo que yo deseaba.

¿Cómo sería ese momento? Me preguntaba mientras avanzábamos hacia el gimnasio del instituto. ¿Incómodo? ¿Violento? Puede que hasta algo gracioso... No podía pensar en otra cosa.
David no había llegado aún, y tenía muchas ganas de hablar con él.
Tenía la impresión de que podía salir algo bueno de toda esta historia. Esto podía fortalecer mi relación con mi mejor amigo, o por el contrario, destrozarla por completo.
Al fin llegó al gimnasio.
  • Por fin – Pensé
Nada más llegar, cruzamos una mirada de complicidad. Sabíamos lo que nos esperaba a la hora del recreo. En el fondo... era emocionante.

Las horas pasaban lentamente. Muy lentamente. A la segunda hora de la mañana lo último que me apetecía era escuchar a una profesora hablando sobre temas aburridos que no importaban absolutamente a nadie, y por la cara de mi amigo, sabía que pensaba lo mismo.
Por fin, la sirena sonó, liberándonos de aquella insufrible espera. Era la hora del recreo.

Fuimos juntos hacia el resto de nuestros amigos como si nada hubiera pasado, y por su puesto, ella estaba allí.
Nuestro reencuentro después de las vacaciones de navidad fue algo muy... normal. Decepcionantemente normal, para todo lo que había ocurrido en esas vacaciones.
Los días pasaban, y yo observaba cómo cambiaban las cosas.
David y Blanca se hablaban más que antes, como yo solía hacer con ella en el pasado trimestre.
Lo único que fallaba, o en este caso sobraba en esta situación, era yo.

Estuve meditando sobre ello mucho tiempo, y al final, decidí, por así decirlo, “quitarme del medio”.

Por nada del mundo quería que hubiese cualquier clase de tensión entre David y yo, así que decidí que al no tener ninguna posibilidad con Blanca, debía alejarme un poco de ella. Estar algo más frio. Tratarla como a una amiga más.
Ambos intentaron persuadirme, pero sabía que era lo mejor, y que puede que incluso en el fondo, se alegrasen un poco.

En los recreos y cambios de clase se me desgarraba el pecho al no poder hacerla reír, ni poder escuchar ese “hola” que hacía que los días nublados, no pareciesen tan grises.

When I was your man”. Esa era la única canción que sonaba en mi móvil día y noche. Esa canción hacía que me olvidase un poco de todo, mientras no paraba de pensar en ello.

I hope he buys you flowers,
I hope he holds your hands
give all his hours
when he has the chance.”

Esas palabras resonaban en mi cabeza durante horas cada vez que la escuchaba.
Una tarde, Blanca hablaba conmigo como solíamos hacer siempre, aunque ya no de la misma manera. Pero esta vez, algo había cambiado.
Aquello que me dijo esa tarde hizo que quisiera abrazarla con todas mis fuerzas.
Verdaderamente, necesitaba apoyo, y, aunque pudiese tensar mi relación con David, debía estar con ella. Tenía que ayudarla en todo lo que pudiese. Era lo mínimo que debía hacer, así que decidí apartar la idea de alejarme de ella.
En estas situaciones, son las que califican a una persona como amigo, y no como alguien más.
Ahora tenía claro lo que debía hacer.

miércoles, 8 de enero de 2014

Noticias.


    Se suele decir que “Año nuevo, vida nueva”, yo he cambiado un poco el dicho y saldría así:

Año nuevo, bloguero nuevo.”

    Ahora somos dos, pero el nombre del blog, la URL y demás va a seguir siendo igual, es decir, que no cambia.


    Otra cosa qu quería deciros, en la encuesta ganaron historias cortas y textos de sentimientos, que hayan ganado no quiere decir que me vaya a dedicar solo a eso, ni tampoco que vaya a dejar de escribir lo demás.
    A continuación os dejo una avance de las próximas entradas en el blog.

domingo, 5 de enero de 2014

Memorias de un mensaje. - CAPITULO 1




   Nunca olvidaré aquel cumpleaños. Esa noche de verano en la que la conocí. No sabía que aquella chica fuese a ser tan importante para mí en tan sólo unos meses. Y tampoco podía haber imaginado que me iba a hacer tanto daño. Cada noche que la veía conectada, miraba si él también se encontraba en línea. Y siempre lo estaba.
   No hacía mucho tiempo que se llevaban tan bien. Normalmente, ella sólo hablaba conmigo, y una estúpida noche, lo estropee.
   Mi mejor amigo y Blanca, ¿Por qué no? Me dije. Llevaba hablando con ella mucho más tiempo que él, así que hice que empezasen a enviarse mensajes. No me imaginaba que se pudieran llegar a apreciar tanto en tan poco tiempo.
   Fue todo muy rápido.
   Cuando David me dijo que le gustaba, yo no sabía qué decirle. ¿Debía declarar mi amor? ¿Decirle que a mí también me gustaba? Así lo hice.

   Él es era mejor amigo que había tenido nunca, y eso que le conocía desde que empezamos el instituto hacía tres años. Con una simple mirada, nos bastaba para entendernos. Éramos tan parecidos... Así que, para no hacernos daño el uno al otro, decidimos hacer un pacto.
   Una promesa.
   Ambos decidimos que ninguno podría salir del punto de amistad en el que nos encontrábamos con Blanca.
   Pero se complicó.

   ¿Qué se suponía que debía hacer ahora?¿Cómo debía sentirme? Eso era lo único que pasaba por mi cabeza en el momento en el que Blanca me confesó que David le gustaba.
   Destrozado, le dije en un chat:
  • ¡Vaya! ¿En serio? Pues pídele salir, jajaja
  • Si, pero no sé si le gustaré...
  • Yo tampoco. Pregúntale a ver :) - mentí.
  • Jajajaja si hombre.

   Ahí terminó nuestra conversación. Estaba muerto por dentro. ¿Le digo a David lo que sabía? ¿Rompería nuestro trato? Sinceramente no me lo imagino dándome una puñalada trapera. Es demasiado bueno.
   ¿O no?...
   Me decidí, y le conté lo que sabía. Estuve meditando sobre ello mucho tiempo, y decidí romper nuestra promesa. Le dije que le daba mi consentimiento para que saliera de la amistad con ella y llegase algo más lejos.
   De todas formas, yo ya no podía hacer nada. Lo veía venir, para ser sincero. David siempre había tenido un “algo” que le hacía ser... especial.

   Le conté todo lo que Blanca me dijo. Le expliqué también mi opinión al respecto y que no me importaba que saliese con ella (aunque en realidad me mataba por dentro).
   Yo me esperaba su respuesta. Me dijo que nunca rompería nuestro pacto, porque sabía que me dolería. Eso sí que era un amigo. Lo cual me hizo preguntarme:
   ¿Estaba yo siendo un buen amigo impidiendo esa relación?¿Estaba yo portándome a la altura de la situación?
   Océanos de dudas se agolpaban en mi mente mientras el tiempo seguía haciendo que Blanca y David se gustaran más, y obligándome a tragarme mi dolor y a responder a todo con una falsa sonrisa dibujada en mi rostro.


   ¿Era rabia lo que tenía dentro de mí? ¿Ira? ¿Celos, quizás? Puede que un poco de todo. Para ser sincero, no tenía claro ni lo que de verdad deseaba. Si hacía que dejasen de gustarse, sería un pésimo amigo, pero si seguía dándole libertad para hacer lo que él quisiese, tendría que seguir tragándome mi dolor. Era una decisión difícil, y una situación en la que probablemente, se demuestraría hasta qué punto llegaba una amistad, y hasta dónde alcanzaba un romance.


 Continuará...  

sábado, 4 de enero de 2014

Encuesta.

Hola, como ahora mismo tengo varias historias abiertas, quería preguntaros algo:


Alice. - Capitulo 5



Well
Hola a todos, aquí os dejo el quinto capítulo de Alice, la adaptación que estoy escribiendo de Alica en el País de las Maravillas, de Lewis Carrol. Dándole click podéis leer los capítulos anteriores:
Para la lectura de este capítulo os recomiendo Athousand years, en la versión de Saxtribution., si no tenéis Spotify este es el link de la canción en Youtube.

Capitulo 5

El consejo de una Oruga

Llevo unos minutos con Will en mis brazos. Antes estaba pálido, ahora está recuperando su color de piel.
-En cuanto te recuperes saldremos de aquí.- le digo más calmada. Las lágrimas se me han ido al ver que se está curando de lo que tuviese.- La liana sigue atada, tenemos una salida.- le digo después, aunque dudo un poco que puedas oírme.
El suelo comienza a temblar. Un terremoto, lo que nos faltaba. Agarro a Will fuerte e intento moverlo hacia un lugar en el que no nos caigan escombros, no demasiados. Antes de que pueda apartarnos a otro lugar el temblor cesa. Al parecer hemos tenido suerte.
Miro hacia las paredes del hoyo y no lo creo. Veo salir a un ratón blanco corriendo. Al fin, un ratón pequeño, no como los pirratas. Detrás de él sale una chica con rasgos de ratón y orejas, debe de haber sufrido alguna clase de transmutación. La chica-ratón va vestida con una túnica andrajosa de color marrón, debe de usarla de camuflaje. Al lado sale otra chica, pero esta no tiene nada que ver con los roedores en su aspecto. Va vestida de criada, debe de ser la que limpie lo que haya al otro lado de la pared.
-Me temo que no.- me dice la chica que va vestida de criada.
-¿Quiénes sois?- les pregunto sin soltar a Will. La rabia me invade en cuestión de segundos, casi morimos los dos por su culpa.- ¿Y por qué habéis hecho esto? ¡No podéis decidir lo que hacer con la vida de los demás!- les grito furiosa.
-Va a haber que calmar a alguien.- dice la criada sacando un rodillo de su espalda.
-Mary Ann, no hay que ponerse así, solo es una chica enfadada.- le dice con una sonrisa riéndose de mí.
-Cálmate chica, no queríamos haceros daño a ti y a tu novio, no teníamos ni idea de que erais vosotros y no el conejo.- me dice Mary Ann guardando el rodillo.
-No es mi novio.- le digo a la defensiva.
-Pues a tu amigo, el caso era que pensábamos que era el conejo. Lizzard, entra dentro y diles que no es él.- le dice Mary Ann a la chica-ratón, aparenta unos diecisiete años.
-¿Por qué queréis matar a un conejo?- le pregunto incrédula.
-No es matarlo, es atraparlo.- se excusa Mary Ann. Yo le dedico otra mira incrédula.- Necesitamos su poder para salvar a un amigo que está atrapado en el castillo de la reina.- su voz es dulce y por su aspecto parece bondadosa, debe de tener mi edad, diecinueve.
-Está bien, pero deberíais pensar que la gente podría caer si hacéis un agujero en medio de un camino. Podríais poner una señal o algo, el conejo no lo verá.- le digo.
-El conejo es más de lo que aparenta, puede leer y escribir, e incluso tiene un coeficiente más alto que la mayoría de nosotros, lo que le permite crear portales a otros mundos, algo imposible sin un alto nivel de magia y conocimientos avanzados.- me explica, parece tener mucho conocimiento sobre el tema.
-Oh, no lo había pensado, aquí todos sois así de raros.- le digo excusándome por no saber esa información que aquí parece ser de lo más importante.
-¿No eres de aquí?- me pregunta.
-No, soy de otro mundo que probablemente no conozcas.- le digo un poco cortante.
-¿Pero a quién tenemos aquí?- dice el ratón que había entrado primero.
-Oh, también olvidaba que los ratones hablan.- le digo sin mucho entusiasmo.
-¡Lirona!- me corrige la pequeña roedora blanca, me fijo más en ella y veo que lleva un pequeño vestido rojo rosado.
-Está bien, lirona.- le digo como si le hablase a una niña pequeña.
-¡La Sota de Corazones! ¡La Sota de Corazones!- se pone a gritar mientras salta.- Sería imposible contar al número de personas a los que ha robado.- dice de manera burlona.- Y más imposible aún a las personas a las que ha traicionado.
-¿La Sota de Corazones es tu novio?- me pregunta Mary Ann. No aguanto la situación.
-¡No!- le grito.- Es tan solo un amigo, es más lo conozco desde hace tres días.- le digo molesta.
-Pues se ha creado un vínculo bastante fuerte entre vosotros dos, yo que tú me alejaría de él.- me dice Mary Ann. ¿Alejarme?¿Pero que diablos se cree que es para decirme o no con quién puedo estar?
-Primero, es un vínculo de amistad, y segundo, estaré con quien me venga en gana.- le digo enfadada.
-Tranquila, no hace falta que te pongas a la defensiva.- me dice levantando las manos.
-¿Como quieres que no me ponga a la defensiva si casi me mato por vuestra culpa?- le grito furiosa. No me puedo creer que me haya dicho eso.
-Pues vamos bien.- dice de manera sarcástica pero sin mostrar entusiasmo alguno.
No le respondo, y pasamos unos minutos calladas las dos, hasta que se me pasa la rabia.
-Ya.- le digo, y al momento me siento estúpida.
-¿Quieres entrar?- me pregunta.
-¿Y dejarlo aquí?- le digo. Me he vuelto a poner a la defensiva, pero esta vez ha sido sin quererlo.
-Podemos meterlo dentro, estará a salvo.- me dice con una sonrisa cogiéndolo de los pies.
-Está bien.- le digo yo con otra sonrisa. Lo cojo de los brazos y paso a través de la pared de tierra, parece como gelatina líquida que no llega mojarte, es una sensación escalofriante pero mágica.
-¿Y por qué queríais atrapar al conejo?- le pregunto mientras caminamos por el pasillo.
-Nuestro amigo está en el castillo de la reina.- me dice.- Contra su voluntad.- añade para aclararlo.
-¿Qué le pasó?- le pregunto, aunque tal vez no debería hacerlo.
-Él podía viajar entre mundos y la reina le encargó que le trajese a alguien de otro mundo, él aceptó, pero al volver del otro mundo volvió solo y, bueno, allí está.- me explica triste.
-Vaya, lo siento.- le digo por educación.
-Mary Ann, deja a la chica y ven a ayudarme.- le grita Lizzard a Mary Ann al verla conmigo.
-Está bien.- le grita Mary Ann.- Espera aquí.- me dice después.
-Yo también puedo ayudar.- le digo yendo hacia Lizzard.
-No lo creo.- me dice Lizzard haciendo una mueca. No me quiere aquí.
-¿De qué se trata?- le pregunta Mary Ann.
-Él.- le dice Lizzard. La intriga me vuelve a invadir, ¿quién será “Él”?
-Alice, espera aquí.- me dice Mary Ann.
-O mejor, vete por donde has venido, no haces más que estorbar.- me dice Lizzard de mala gana. No le contesto ni hago el menor movimiento de enfado, tiene razón, yo no debería estar aquí, soy un estorbo.
-¡Lizzard!- le regaña Mary Ann.
-He dicho la verdad.-le dice mientras se alejan de mí.
Paso unos minutos quieta en donde me han dejado, pero al cabo de un rato empiezo caminar por el pasillo por el que se han ido. Las encuentro cerca de una puerta de la que sale humo de colores, pero permanezco escondida detrás de la pared.
-¿Qué hay ahí dentro?- les digo saliendo de mi escondite unos minutos después.
-Alice.- dice Mary Ann sorprendida.
-Alice.- dice Lizzard haciendo una mueca.- Vete de aquí. ¡Ahora!
-No.- susurro antes de tirarme hacia la puerta. Intento abrirla pero para mi sorpresa mis manos atraviesan el picaporte, y algo tira de ellas hacia adentro haciéndome atravesar la gelatina líquida de ella.
-¡Alice, no!- oigo gritar a Mary Ann antes de desaparecer de allí.
Al otro lado de la gelatina encuentro un bosque tropical en versión gigante con humo de colores por todos lados. Comienzo a toser por el humo, me cuesta respirar.
Oigo tosidos cerca de mí y me guío a través de ellos por el enorme bosque.
-¿Hola?- pregunto al aire. Me siento estúpida, pero si alguien tose será porque está aquí. Si el humo se disipase sería más facil.
Continuo caminando sin rumbo por el bosque, cada vez veo menos las siluetas de los árboles.
En uno de mis pasos mi pie se tropieza con una rama y me hace caer por un precipicio de tierra. Cuando cesa la caída, oigo tosidos a mi lado. Me levanto rápido y me giro.
Delante de mí hay una seta con una oruga de color azul enorme fumando cachimba.
-¿Qué?- pregunto incrédula nada más verlo.
-No he dicho nada, Alice.- me responde la Oruga con voz quejumbrosa antes de echarme humo con forma de letras.
Comienzo a toser a causa del humo.
-¿Cómo sabes mi nombre?- le pregunto entre tosidos. Después de todo lo que he vivido aquí debería parecerme normal, pero no es así.
-Lo sé todo. Nunca debes de cuestionar a alguien que lo sabe todo, porque frente a esa persona, tú no sabrás nada. El conejo te guiará de vuelta a tu hogar, pero todo lo que sube, tiene que bajar.- me dice antes de echarme humo en la cara. Entonces me doy cuenta, él es el sabio del que me habló Will, él es la Oruga Azul.
-Tú, tienes que explicarme una historia, ¿qué pasó en la isla a la que fueron los ratones?- le pregunto ansiosa.
-Un ratón murió, y, su hermano, resentido, se hizo pirata y culpó a todos los demás.- me explica sin mucho interés.
-¿Eso es todo? ¿Ese es el gran misterio?- le pregunto alterada.
-No, pero no le confieso información privilegiada a desconocidos.- me dice sin prestarme atención.
-Tengo otra pregunta, lo sabes todo, ¿verdad?- le digo.
-Sí, escúpela.- me dice molesto.
-¿Por qué la Sota de Corazones quería verte?- le pregunto poniéndome recta.
La Oruga suelta la cachimba, que se cae. Empieza a cambiar de color volviéndose añil, y más tarde morada. Sigue cambiando hasta adquirir un color rojizo, lo cual me asusta.
-¿La Sota de Corazones está aquí?- me grita echándome su rabia con el humo. -¡Niña insolente! -me grita esta vez pegándome un latigazo con su cola.
Caigo al suelo resentida busco una salida, el hecho de que haya dejado de fumar me facilita la visión del bosque, pero por desgracia no veo ninguna salida, y la Oruga es unas cuatro veces yo.
La Oruga me mira con sus ojos echando fuego e ira, va a devorarme. Chillo todo lo alto que puedo para que alguien me ayude.
La Oruga se acerca a mí rebosando de rabia. Antes de que pueda devorarme la Oruga comienza echar humo, pero esta vez no es por su boca, y no es de colores precisamente. Un humo negro lo envuelve haciéndolo explotar.
Comienzo a correr sin mirar atrás. Cuando llego hasta el precipicio por el que he caído comienzo a escalarlo a toda prisa. Aunque en la mayoría de intentos me resbale consigo llegar a la cima y seguir huyendo. Sigo mis huellas hasta que llego al portal.
-¡Alice!- me grita una voz grave y aguda al mismo tiempo justo antes de que entre en el portal.
Diviso a una mariposa roja ernfurecida volando hacia a mí. Me quedo paralizada de terror hasta que me coge con sus patas para apartarme de la puerta de gelatina.
-¡NO!- chillo.
La mariposa se gira hacia mí con una sonrisa malévola. Veo un rodillo salir del portal y pegándole en la cabeza. La Mariposa se desmalla y vuelve a tener su color azul.
-Mary Ann.- digo con una sonrisa antes de meterme en el portal de vuelta.
Al otro lado del portal me encuentro con una Lizzard enfadada y una Mary Ann preocupada.
-Lo siento, siento haberme metido ahí dentro.- les digo señalando el portal.
El gesto de Lizzard se vuelve aún más horripilante, lo que me hace asustarme.
-¡Pero cómo has podido meterte ahí! ¿Es que no piensas? Si llega a salir la Oruga en tu lugar te habrías quedado encerrada ahí dentro.- me regaña, lo cual me hace pensar que le importo, pero me hace sentir inferior.
-Ya he dicho que lo siento.- murmuro mirando hacia abajo, no quiero ver su rostro.
Lizzard comienza a regañarme otra vez, pero Mary Ann la para.
-Lizzard, te estás pasando.- le dice seria.- Es de otro mundo y no sabía lo que había ahí dentro ni lo que podía ocurrir.
-¿Y entonces para qué se mete?- replica Lizzarrd.
-Curiosidad, lo que hizo que casi te decapitaran una vez.- la calla Mary Ann. Una sonrisa se dibuja en mi interior pero hago un esfuerzo para que no salga hacia fuera.
-¿Vamos a por la Sota?- les pregunto cambiando de tema.
-Está bien, vamos.- dice Mary Ann.
Las sigo por los pasillo de piedra de vuelta la salida, si ellas no estuvieran aquí me habría perdido, hay miles y miles de pasadizos en este lugar.
Nos encontramos a la Sota despierto, reflexionando sobre lo que ha ocurrido.
-¡Alice!- me dice corriendo para abrazarme. Yo recibo el abrazo, pero me sonrojo un poco, Mary Ann y Lizzard van a pensar algo. Cuando el abrazo termina me giro hacia ellas, sé como recompensarlas por salvarme.
-Tengo una idea, os ayudaremos a recatar a vuestro amigo del palacio de la Reina.- les digo una sonrisa.
-¿Qué?- exclama Will incrédulo.
-Oh, vamos.- se queja Lizzard.
-Hecho.- me dice Mary Ann con una sonrisa. A continuación me da la mano.
La lirona llega corriendo con entusiasmo hasta nosotros.
-¡Vámonos!- exclama.
Sonrío y empiezo a subir por las escaleras. Mientras, los demás me siguen. En lo alto hay una puerta, la abro y me encuentro con el agujero, pero ahora estoy al otro lado del camino, y la seta donde enganché la liana, es en realidad un camuflaje para las escaleras.
-Vaya.- suspiro al respirar el aire del bosque. Observo una paloma volando hacia el cielo y me pregunto como volveré a casa, no he visto al conejo por aquí en ningún momento.