martes, 1 de julio de 2014

¿Dónde he estado?

Hace unos cuantos meses que  no publico nada así  que ya va siendo hora de aparecer por aquí, y
«¿dónde he estado tanto tiempo metido?» os preguntaréis, o tal vez no. Bueno, el caso es que he estado escribiendo, escribiendo y escribiendo. Y aunque he tenido unos cuantos bloqueos (que no pocos), ¡he conseguido llegar a un número considerable de páginas! Aún me faltan unas cuantas para darle un desenlace a esta primera parte de la historia que he ideado pero me veo capaz de acabarla.
Os dejo con un primer y corto capítulo:

La letra más grande a la izquierda es el nombre del capítulo y la más pequeña a la derecha es el nombre de la persona que lo narra, está narrado en doble perspectiva. En este caso el capítulo tiene el mismo nombre que la persona que lo narra.

Lis Lis


Observar mi reflejo es como transportarme al pasado. Es como volver al tiempo en el que tenía siete años y mi madre me peinaba. Estoy segura de que jamás sabré peinarme como ella me peinaba a mí, con esa suavidad con la que más que peinarme, me masajeaba.
Vuelvo a la realidad y termino de peinarme, aunque no quedo muy satisfecha. Me vuelvo a dar un poco con el peine, lo cual hace que se me queden las rayas de este marcadas en el pelo. Lo sacudo un poco para alejarlas y me lo echo con la mano hacia atrás.
Le dedico una sonrisa cansada al espejo antes de irme, sé que no hay nadie más en la habitación, pero me siento como me comunicase con alguien a través de él.
Antes de salir me cuelgo el colgante que me regalaron hace tres semanas, en mi cumpleaños. Me dijeron que guardaba un secreto, pero yo no veo en él nada más que un engranaje con valor simbólico. Sea lo que sea que lleve dentro, no pienso quitármelo nunca.
El Sol resplandece como las luces de las ciudades de los Azules por las noches. Mi padre dice que no nos acerquemos nunca allí, que es peligroso, pero Rue y yo nos escapamos algunas noches con cuidado para que nadie nos vea y vamos a ver las luces de la ciudad. Nunca atravesamos la valla, puesto que a los que lo han hecho nunca se les ha a visto volver.
Camino durante unos minutos hasta los campos de trigo. Una vez allí, miro a Rohn.
Él me dedica una sonrisa amistosa y después sigue con su trabajo. Quiero acercarme más a él y abrazarle, pero no sé si él querrá abrazarme a mí. O si sentirá lo mismo que siento yo por él. Además, yo también tengo que trabajar. Luego tendremos tiempo para hablar, si es que hoy me atrevo a saludarlo.
Me alejo unos metros de él y me agacho para arrancar el trigo y meterlo en mi cesta. Me queda mucho por hacer.
Paso las horas recogiendo trigo, pero eso no quiere decir que no pueda hacer otras cosas al mismo tiempo. De vez en cuando intercambio miradas con Rohn y otras veces me quedo mirándolo sin que se dé cuenta.
Me pregunto si él hará lo mismo sin que yo me dé cuenta.
Lo dudo.
Posiblemente no.
Sé que no.
Mientras me abraso la cabeza con mis pensamientos recojo las últimas espigas de trigo de hoy. Las últimas de la semana.
Busco a Rohn con la mirada pero ya se ha ido. He llegado demasiado tarde, mañana me levantaré antes, y con un poco de suerte podré pasar unos minutos cerca él.
Antes de dejar mi cesta junto a todas las demás le dedico una sonrisa a mi madre.
Ella me devuelve la sonrisa. Se le arrugan un poco los ojos pero sigue siendo guapa.
Tras sonreírme baja la cabeza dejando caer un mechón de pelo en su frente. La noto preocupada.
Quiero acercarme y preguntarle si le pasa algo, pero no está permitido, podría distraerla de sus horas de trabajo.
Me obligo a caminar hacia casa y olvidarlo. Pero me cuesta hacerlo.
En mi camino paso por la casa de Rohn (como siempre). Paso la casa sin valor para entrar, para sincerarme con él. A veces me pregunto si algún día llegaré a hacerlo o si siempre pasaré de largo. Si no lo hago nunca tal vez alguien lo haga antes que yo. Y lo perderé. Viviré arrepentida el resto de mi vida. Pero, ¿y si él también siente lo que siento yo? ¿Y si el sentimiento es mutuo?
Me paro. Comienzo a dar pasos hacia atrás sin girarme.
Tras unos segundos caminando hacia atrás me vuelvo a parar, no tiene sentido, simplemente soy una niña. Y él es...
Una ráfaga de viento hace que no pueda llegar a perderme en la imagen que tengo de él en mi cabeza. Tan alto, tan fuerte, tan atractivo.
Doy unos pasos hacia adelante porque sé que el jamás de fijará en mí. Con la cara tan pálida, mis ojos oscuros y mi pelo sucio, lleno de enredos y mal peinado. Nadie se fijaría en mí, en cualquier caso se fijarían para despreciarme.
Él es tan él. Con su pelo despeinado y punzante. Sus ojos, sus grandes ojos barrones y brillantes como el atardecer. Su piel tostada pero clara. No pinto nada con él. Además, como dicen los demás, no pegamos.
Pero sus miradas en los campos de trigo me hacen dudar. Son tan amigables, tan... Eso es, amigables. Nada más. Deja de engañarte Lis.
Aunque tal vez es tímido como yo. Tal vez tengo que acercarme yo a él para que él se acerque a mí.
Doy media vuelta y me dirijo hacia su casa, nada puede pararme.
Al estar a tres metros de ella cambio de opinión. No es posible. Para él lo más posible es que solo sea la chica de la calle de al lado.
Me rasco la cabeza.
Sea o no la chica de la calle de al lado hoy me ha mirado. Tal vez no ha sido por la misma razón que lo he mirado yo. Pero, si no lo intento ahora, nunca me atreveré.
Comienzo a caminar por su jardín.
Dos metros me separan de su puerta.
Un metro.
Veinte centímetros.
Su puerta me está pidiendo que la toque.
Antes de que pueda cambiar de opinión la golpeo sin pensar en las consecuencias. Un calor comienza a subir por mi cuello hasta mi frente, sin disminuir en ninguna parte de su trayecto. También me tiembla la mandíbula. Me doy asco de lo nerviosa que estoy.
Paso unos minutos esperando una respuesta (en vano).
Vuelvo a golpear la puerta con la esperanza de que no me hayan oído tocarla la primera vez.
Nadie abre. Los ojos se me humedecen. No soy nada para él. No soy nadie.

 
¡Espero vuestra opinión en los comentarios! ¡Pronto el resumen de la historia y más capítulos!

viernes, 27 de junio de 2014

Antaño

Antaño escribía y publicaba, ahora simplemente escribo. Tal vez vuelva en poco tiempo, tal vez.

sábado, 24 de mayo de 2014

Barreras



   Desde siempre se han distinguido a las personas de las otras criaturas vivientes. Se han distinguido las razas. Se han distinguido las nacionalidades. Se han distinguido las religiones. Se han distinguido los géneros. Se han distinguido las clases sociales. Se ha distinguido todo. Hasta el punto de distinguirnos a nosotros mismos.

   Esas distinciones son barreras, barreras que crecen rápido en la mentalidad de una persona y que la hacen sentirse diferente a otras cosas.
   Pero las barreras crecen tanto y surgen tantas dentro de ellas que terminamos diferenciándolos de todo, incluso de nosotros mismos.

   Trazamos una barrera que separa la parte de nosotros que realmente somos y la que queremos mostrar al mundo para gustar. Terminamos odiando nuestra parte real para poder gustar, y no acaba ahí, la barrera sigue creciendo, creciendo y creciendo haciendo que nuestro único objetivo sea convertirnos en la que gusta al exterior, en la que puede atravesar barreras mejorando su cárcel recubierta por miles de barreras.

jueves, 3 de abril de 2014

NUEVO APARTADO!

Si os habéis fijado en el blog hay un nuevo apartado, como blogger no suele estar de mi parte es otro blog distinto. Pero todo vínculado y bien bonito. **

Por si no os habíais fijado está ahí:



Y para móbiles:
 


Toda la información allí. *

Memorias de un Mensaje. - CAPITULO 3



Por el título de este capítulo, podréis adivinar qué rumbo ha tomado la situación. No será un capítulo muy largo, pues hay bastante poco que contar. Esto termina como era de esperar.
Ahora todo ha cambiado. Nada es como solía ser antes.
David rompió su promesa, nuestro pacto se perdió en el pasado. Sinceramente, me lo esperaba. Empezó a salir con Blanca justo el día que yo celebraba mi cumpleaños, el catorce de febrero.
¿Debería estar enfadado? ¿No se supone que era yo el que le animaba a que diera el gran paso? No. Él sabía el daño que me haría... Todo aquellos pensamientos se agolpaban en mi mente haciéndo que no pudiese pensar en otra cosa.

Un sentimiento de odio hacia David crecía día a día dentro de mí. Intentaba esconderlo y contestarle a todo con una sonrisa en la cara como tiempo atrás, aunque a veces no podía ocultar toda mi ira. A pesar de lo que había hecho, no quería que dejase de ser mi mejor amigo, aunque no se portase como tal.
No soportaba la idea de quedarme más solo de lo que él ya había hecho que estuviese, pero ahora nó solo Blanca había salido de mi vida, sino que también David.

Algo que hacía me parecía gracioso. Siempre que Blanca quedaba con nosotros, aprovechaba para besarla, pero siempre intentaba que fuese a escondidas. ¿Pretendía ocultar lo evidente? ¿Intentar que yo no me percatase? Puede que simplemente quisiesen algo de intimidad... Todo esto me hacía ser más paranoico de lo que ya era antes en un principio.

No quería estar con Blanca, me incomodaba el hecho de que ella lo supiera todo. No me gustaba hablar con ella por Whatsapp. Necesitaba alejarme de ella por un tiempo.


Y hasta aquí este capitúlo, no hay nada más que contar.

jueves, 16 de enero de 2014

QUINTO CAPITULO


Well
    Hola, después de mucho tiempo he conseguido terminar el quinto capítulo de ATP, he tenido una gran falta de inspiración para esta historia en estos meses, pero al fin he conseguido escribir el capítulo, mejor tarde que nunca.. No sé cuando publicaré el sexto, pero supongo que tras el octavo el primer trimestre en esa academia terminará y pasa´ra bastante tiempo hasta el siguiente. Perdonad mi tardanza.
    Capitulos anteriores:

    
    Para este capítulo escuchad la canción que queráis, no me decanto por ninguna.





QUINTO CAPITULO

ya han pasado tres semanas desde el comienzo de las clases. Me he acostumbrado a los horarios, a las comidas, a mis compañeros y he hecho buenos amigos. La mayoría de ellos no están en mi clase y no se conocen entre ellos. Es raro no tener tiempo para todos. Los viernes y sábados los suelo pasar con Ben, a veces vamos con Maddy y con más gente pero los mejores momentos son en los que estamos los dos solos. Ahora la mayoría de la academia sabe que estamos juntos, y la verdad es que no me incomoda. Mi amistad con Rob se ha fortalecido tanto que he quedado algunas tardes a solas con él, yo le cuento mis problemas, él a mi los suyos, y le damos solución entre los dos, la verdad es que es una persona encantadora, es como un hermano para mí. Comparto más secretos con él que con Maddy. Por otro lado parece que Maddy y Austin se llevan bien, pero no han llegado a nada más que a ser amigos, creo que los dos se gustan pero con todo lo que les ha pasado no consiguen la suficiente confianza el uno con el otro y tienen miedo de volver a romper, tienen miedo del dolor, de las lágrimas y de la traición. También tienen que tener la cabeza llena de dudas. He empezado ha entrenar en el equipo de volley, siento que estoy cambiando a mejor, cada día me siento más fuerte, y no solo de físicamente, sino psicológicamente. He ido ya seis veces a hablar con la doctora. Cree que soy anoréxica, pero le estoy haciendo cambiar de parecer, normalmente me pregunta, sobre lo que como, pero a veces se pasa y me pregunta cosas de mi vida privada, al igual que toda la academia, sabe que soy la novia de Ben. La diferencia es que ella sabe todos los detalles de nuestras citas y nuestros momentos más íntimos y mis pensamientos, todos y cada uno de ellos, me hace apuntarlos en una libreta y darle la hoja de la libreta cada vez que la veo. Parece que cuando me desmayé estaba demasiado cansada y le podría haber pasado a cualquiera, pero la doctora se está convirtiendo en mi psicóloga.
Ahora me dirijo a una de nuestras charlas, ya no hace tanto Sol como en Agosto, se empieza a notar Octubre. Son las seis, pero ya está anoche-ciendo.
Camino por el campus de la academia observando los árboles, empiezan a tener un color anaranjado y amarillento. A algunos solo les quedan las ramas y el tronco ya que sus hojas abundan por el suelo.
Noto una gran corriente de aire que me hace cerrar los ojos y meter las manos en los bolsillos de mi sudadera. Cuando el viento cesa abro los ojos de nuevo. Antes tenía la capucha puesta, pero ahora no.
Me vuelvo a poner la capucha tapando mi melena rubia y comienzo a caminar otra vez. Me queda poco para llegar a la enfermería. Solo le he contado a a una persona que voy allí, y esa persona se llama Rob.
Entro en el despacho de la doctora y me siento. Tan solo verla me ha irritado. Su moño castaño, sus gafas y su bata blanca me producen malos recuerdos de las primeras sesiones que tuve con ella. Puede parecer raro pero yo suelo relacionar sonidos, imágenes, olores y tactos a los recuerdos, por lo tanto, si alguien se pone la ropa con la que estuvo un día enfadado conmigo mi cerebro asociará la imagen de la ropa al recuerdo de la discusión y me sentiré mal.
-Buenas tardes Eveline.- me saluda. ¿Qué tienen de buenas? Tengo que estar aguantando sus preguntas personales y ella mis respuestas con malas formas.
-Hola.- le digo acompañando la palabra con un suspiro.
-¿Me dejas echarle un vistazo a la libreta?- me pregunta. Saco la libreta del bolsillo de mi pantalón y se la entrego.
La doctora la coge con una sonrisa forzada y la abre. Empieza a pasar las páginas hacia adelante y hacia atrás, debe de estar comparando mis pensamientos de los diferentes días.
-Bien, sueles escribir las mismas emociones casi siempre, y tu manera de pensar no cambia.- me quedo mirándola dudosa.- Eso es bueno.- me explica.- ¿Qué tal tu semana con Ben?- me pregunta después. Quiero responder le que la semana aún no ha acabado, sacar mis sentimientos de mi interior, y desahogarme pero me obligo a responderle con buenas maneras y tener buenos modales.
-Bien.- le digo. Me quedo callada con una pequeña sonrisita mirando su desconcierto.
-¿Algo más? ¿puedes explicarme que habéis hecho o por qué va bien?- me pregunta desconcertada. Me aguanto la risa y le respondo con voz de niña pequeña.
-No sé, ha sido una semana normal.- le digo antes de esconderme en mi sonrisa.
-Está bien, bueno- se abre la puerta, me giro rápido par ver de quién se trata. Me quedo sin respiración al ver quién es. Es un chico rubio, lleva el pelo hacia arriba un poco despeinado, lo cual le da un toque atractivo. Sus ojos verdes se fijan en mí por un momento sin darme mucha importancia. ¿Tienes miedo enanita? No paro de oír esa frase en mi cabeza.
Giro la cabeza y me entierro en mis pensamientos. Estoy temblando y no puedo hablar. No sé si es porque me castañean los dientes o porque tengo un enorme nudo en la garganta.
-Niall, espera un momento a fuera, ya estoy acabando con esta chica.- le dice la doctora con calma, parece estar entrenada para esto.
La miro con lágrimas en los ojos y veo el reflejo de Niall en sus gafas, la verdad es que la hacen parecer más intelectual.
-Pero doctora, si no tardaremos nada.- le dice poniéndole la mano para que le de algo, no sé de qué se trata, pero siento un poco de intriga por saberlo. Me gustaría mirar, pero estoy llorando, y lo cierto es que me tiemblan las piernas.
Intento hacer que cese el tembleque pero no lo consigo. Así que entierro mi cabeza en mis brazos para que no me vea sufrir, y menos por que sea él.
-No me repliques Niall, no te voy a dar más...- le regaña la doctora, pero para de hablar al percatarse de que sigo en su despacho. Quiero saber de qué hablan.
Niall suspira molesto.
-Los dos os parecéis, deberíais hablar de vuestros problemas alguna tarde.- nos dice después. ¿Yo? Parecerme a él, nunca. No me parezco, y si dice que nos parecemos por la anorexia está más equivocada, no padezco ninguna clase de enfermedad, me desmayé sin más. Estoy harta de que no me crean.
-Adiós.- le dice secamente mientras se va. Entiendo como se debe de sentir, esta mujer me frustra tanto.
-Buen viaje.- le dice la doctora irónicamente. Siento asco hacia ella cuando lo dice, hacia su personalidad, es tan arrogante.
Niall cierra la puerta de un portazo, inmediatamente levanto la cabeza.
-Eveline, ¿por qué estás así?- me pregunta preocupada la doctora. Me fijo en sus rizos castaños para no pensarlo, pero el hecho de que ya lo haya preguntado hace que comience a llorar más.
-Ese chico se metió conmigo el primer día de mis entrenamientos, y le planté cara, no debí hacerlo.- le digo llorando a más no poder. Empiezo a atragantarme con mis lágrimas, lo que me hace llorar más y toser.
-¿Por qué no me lo habías contado?- me pregunta estupefacta.
-¿No es obvio? Me duele recordarlo, me sentí avergonzada.- le grito sin dejar de llorar.
-Es suficiente.- me dice poniéndose la mano en la frente. Está cansada de mí, debe de pensar que mis problemas son estúpidos e infantiles. -Te voy a dar un consejo. No puedes ponerte así cada vez que veas a alguien o te pase algo.- me dice, más que consejo parece una orden.
-¿Por qué? ¿Qué tiene de malo sacar mis sentimientos hacia a fuera?- le grito con más lágrimas todavía. La doctora se queda callada, no debe de encontrar una respuesta correcta para mi pregunta.
Me levanto de malas formas de mi silla y me voy.
Mientras camino de vuelta a la residencia me seco las lágrimas. No hay absolutamente nadie en el campus.
-Bonita sudadera.- oigo decir a una voz detrás de mi. Me giro pero no encuentro a nadie. Sacudo la cabeza y sigo caminando, debo de habérmelo imaginado.
-¿Te gusta el morado, eh?- oigo decir de nuevo a la voz cuando estoy más adelante. Levanto la vista del suelo y lo veo en medio del camino, ahí está. Niall, el chico al que temo, está enfrente de mí.
Sin pensarlo dos veces empiezo a correr en sentido contrario en el que está él. Corro todo lo que puedo muerta de miedo, pero por desgracia él es mucho más rápido que yo.
Me alcanza y me tapa la boca con su mano mientra me agarra el cuello con su brazo para que no me escape.
Empiezo a patalear para soltarme pero no consigo nada, ¿qué va a hacerme?
-Tranquila.- me dice entre dientes intentando que deje de moverme. Yo sin embargo sigo pataleando y buscando otras formas de escaparme todo lo que puedo, pero acabo por dejar de hacerlo puesto que nada da resultado.
Dos lágrimas salen en contra mi voluntad de mis ojos, no quiero volver a llorar, pero presiento que no van a ser las últimas lágrimas de hoy.
Niall me coge en brazos y me lleva justo al lado opuesto de mi destino, no sé a dónde me lleva ni que me va a hacer, pero no puede ser bueno.
Tras un rato caminando en sus brazos al fin toco el suelo. Niall me baja pero no me suelta del todo. Genial, estoy en el descampado donde empecé a salir con Ben. No puedo evitar esbozar un sonrisa. No quiero que Niall me vea sonreír así que aparto la sonrisa de mi rostro.
-¿Nos parecemos?- me pregunta a agarrándome de la espalda. Así que todo esto es por lo que ha dicho la doctora.
-Está claro que no.- le digo. -No nos parecemos nada.
-¿Qué es lo que te pasa? Vamos cuéntalo.- me dice acercándose a mí. Niall no es mi amigo, está claro, no puede acercarse así a mí, y menos pedirme explicaciones de mi supuesto enfermedad. Sinceramente, odio a la doctora.
-Es una farsa, la doctora se ha vuelto loca y se cree que soy una chica anoréxica, ni siquiera estoy delgada, no la entiendo,- le digo. He hablado demasiado, o más bien, he pensado en voz alta.-¿y a ti? -le pregunto después.
-Estupideces.- me responde. Soy estúpida, le he dicho lo que me pasa sin que él me haya dicho nada.
-Yo te lo he dicho, dímelo tú a mí.- le digo en voz alta. Me ha enrabiado bastante no poder saberlo, tengo tanta intriga. Seguramente él también piensa ahora que soy anoréxica, esto es increíble, por un simple desmallo me toman por mentirosa y posiblemente por loca. Lo odio.
-Creo que note conviene exigir nada, mi pequeña Eveline. Observa la situación, te tengo en mis brazos y puedo hacer lo que me convenga contigo.- me dice tenso. La impotencia me invade, tiene razón, puede hacer lo que le convenga, pero si no lo ha hecho ya debe de ser por una razón. “Mi pequeña Eveline”. No soy suya, aunque puede que en este momento puede que sí lo sea.
Hago un esfuerzo por mantener los ojos tensos sin derrochar ninguna lágrima.
-¿Y ahora qué?- le pregunto sin mirarle a la cara. No quiero ver como se regodea de tenerme aquí contra mi voluntad.
-Ahora te puedes ir, porque no creo que quieras hablar en este momento. Pero mañana volverás aquí, porque si no lo haces iré a por ti. Y otra cosa, no le dirás nada a nadie. Piensa esta noche en lo que te estoy diciendo. ¿Está claro Eveline?- me explica mirándome a los ojos un poco tenso con una sonrisa un tanto agónica.
Asiento con la cabeza porque estoy segura de que no podría pronunciar ninguna palabra, y menos una que significa tantas cosas como un sí.
Niall me quita una de mis pulseras, una hecha con hilos azules y blancos que me regaló Kevin cuando éramos pequeños, es más, me la hizo él porque mi madre no quería regalarme una pulsera parecía que yo quería. Al principio no me gustó pero con el tiempo es pulsera fue adquiriendo valor. Y ahora me la acaban de quitar.
A continuación me quita mi reloj, no puedo evitar mirarle enfadada aunque con miedo.
-Tengo que asegurarme de que mañana vendrás.- me dice mientras mete las cosas en el bolsillo de su pantalón.
Quiero hablar con él sin miedo, pero no lo consigo.
Niall me vuelve a agarrar el brazo y me lleva hasta unas escaleras, lo más posible es que lleven a la academia, ¿cuánto nos habremos alejado de ella?
Comienzo a subirlas, y al llegar a la cima siento como si me liberase de algo, ya puedo hablar, ya no tengo el nudo en la garganta que tenía antes. Comienzo a correr hacia mi residencia por las baldosas del camino, sin tener muy claro si realmente me llevarán al lugar al que espero llegar.





Mientras me lavo los dientes oigo un chillido. Escupo la pasta y vuelvo a mi habitación en busca de Maddy.
-¿Qué ha sido eso?- le pregunto.
-Pensaba que tú lo sabrías.- me dice levantándose nerviosa. -Vamos a ver.
Bajamos las escaleras rápido y nos encontramos a las demás alrededor de una puerta, algunas llorando y otras hablando entre susurros preocupadas.
Me acerco para ver mejor lo que pasa, lo cual me hace retroceder. Una de las chicas de la residencia está inerte en el suelo, se llama Rita.
-¿Qué le ha pasado?- les pregunto a Brenda y a Camille.
-Rose la he encontrado así, creo que ha tenido una bajada de azúcar.- me responde Camille preocupada. La frustración me llena, me alejo de ella y me siento en la escalera. Apoyo mi cabeza en mis rodillas y dejo caer algunas lágrimas. Ya tengo dos razones para no dormir tranquila esta noche.
Minutos después llega nuestra supervisora, Kate, con más personas. Alguien se acerca a mí.
-¿Eveline?- me pregunta la doctora, la reconozco por su voz.
Levanto la cabeza con lágrimas y la miro.
-Lo siento.- me dice con la cara apenada.
-No lo sientas por esto, no sabes lo que me has hecho.- le digo con agonía. Por su culpa estoy atada a Niall de alguna manera.
-No te entiendo, pero he estado hablando con tus compañeras, con Maddy en especial, ya no hace falta que vengas más a mi consulta.- me dice con una pequeña sonrisa.
-No pensaba ir.- le digo sin mostrar emociones.
-Adiós.- me dice antes de irse con los demás y con Rita.
-¿Y ahora qué?- pregunta una chica.
-Yo me voy a quedar esperando hasta que nos traigan noticias, vosotras haced lo que queráis.- dice su compañera. La comprendo, pero no sé si yo haría lo mismo por Maddy, es como si fuese su amiga por obligación, por estar en su misma habitación. Es simpática, pero de no estar en su misma habitación me habría acercado a ella, no como a Rob.
-¿No es lo mismo estar aquí que en nuestras habitaciones?- pregunta otra chica.
-En nuestras habitaciones no nos enteraremos si traen noticias.- le dice Rose molesta.
-Tiene razón.- dice otra.
-Estamos a dos metros, ¿como no nos vamos a enterar?- replica la otra chica.
-¿Cuando llega Eveline a las tantas de la noche después de estar con Ben te enteras?- dice la compañera de Rita a punto de estallar.
Levanto la cabeza avergonzada. Todas me están mirando, supongo que esperando a que hable. Un calor comienza a subir por mi cuello hasta llegar a mi frente, pero sin desparecer por ninguna parte de su recorrido, debo tener la cara roja.
El silencio reina en la residencia por unos segundos.
-No metáis a Eveline en esto, ya está sufriendo bastante.- exclama Maddy haciendo que ahora la miren a ella. El calor comienza a desaparecer con los nervios y la vergüenza, pero creo que se lo paso a Maddy, aunque no con tanta intensidad.
-Estamos discutiendo por una tontería, ¿no os dais cuenta?- exclama una chica pelirroja ajustándose sus gafas moradas, Chrystalle.
Las otras chicas la miran molestas, ni que hubiese dicho la mayor barbaridad del mundo, es más, estoy de acuerdo con ella.
-No, la verdad es que no, no llevas razón, que se te den bien los estudios no significa que tengas razón en todo.- exclama su compañera.
-¿Qué? -le pregunta incrédula.
-Lo que oyes.- le responde de mala gana.
-Creo que la envidia te está cegando, Angelina.- le dice Chrystale con tono de superioridad.
-¡No! ¡No es la envidia, estás siempre igual, crees que tienes razón en todo pero no es así! Normalmente intento callármelo pero cada día me sacas más de mis casillas.- estalla Angelina. Me parece que se está desahogando nada más, suelen estar muy unidas siempre.
-¡Pues si tanto te saco de tus casillas no entiendo por qué sigues conmigo!- le grita Chrystalle con dolor y rabia. Parece que Maddy también lo nota.
-Calma, esto se nos está yendo de las manos.- les dice interponiéndose entre las dos.
-¡No voy a calmarme si no quiero!- le grita Angelina.
-Solo era una sugerencia.- dice Maddy en voz más baja.
No puedo evitar soltar una carcajada a causa de la situación.
-¿Y tú qué Andersen? ¿Acaso buscas pelea?- me grita Chrystalle.- Siempre tan callada y solitaria con nosotras, pero luego no eres nada así, te pones a perrear con cualquier chico que ves. ¿Te crees mejor que nosotras?- me dice. No puedo aguantarlo y comienzo a temblar. ¿Se puede saber de dónde ha sacado que voy perreando por ahí.
-¡Eso es!- grita otra chica rubia de pelo rizado. ¿Se puede saber que les he hecho?
No aguanto más y me levanto de la escalera.
-¿Se puede saber qué os he hecho? ¿O al menos de dónde habéis sacado que voy perreando? En primer lugar, si soy callada con vosotras será porque no quiero hablar con vosotras, prefiero mantener las cosas en secreto, ¿porque sabéis lo que me pasa siempre? Que la gente usa mis secretos para crear rumores y arruinarme, como me estáis haciendo ahora mismo con lo de perrear. -tras la última palabra me dejo caer en la escalera de nuevo y entierro la cabeza en mis rodillas dejando caer lágrimas.
-Mira a vosotras os pasa algo, no sé si es envidia o ganas de estropearlo todo pero algo os pasa. -me defiende Maddy antes de intentar consolarme. Me sorprendo un poco por su actitud, supongo que había subestimado su amistad.
-Me voy a dormir, intentad no gritar en el resto de la noche. -dice una chica antes de irse con su compañera.
El silencio vuelve a llenar la residencia, ¿hasta dónde nos va a llevar esto?
Pasamos otros minutos más discutiendo sobre si quedarnos aquí o no, lo cierto es que Chrystalle tiene razón, estamos discutiendo por una tontería. Pero la tontería nos está llevando a una discusión de verdad llena de odio y rabia. Lo importante es como se encuentra Rita, pero parece que eso no le importa a ninguna. No quiero seguir aquí.
Me seco las lágrimas y me levanto.
-Me voy. -les anuncio sin mucho entusiasmo. Comienzo a subir las escaleras hasta que una chica me para, Chrystalle.
-Espera, lo siento. -me dice, pero ya es tarde para que se disculpe, ahora no quiero hablar con ella, no quiero hablar con nadie. Sigo subiendo las escaleras ignorándola. -Eveline. -me vuelve a llamar.
-Déjame.- le digo intentando no mostrar ninguna emoción.
Tras entrar en mi habitación cierro la puerta y me derrumbo en mi cama. No puedo evitar mirar la hora en mi móvil, aunque tampoco me importa mucho. Las una y media. Mañana tengo clase, pero no me importa mucho.
Entierro la cabeza en mi almohada y desaparezco de allí, de la residencia, de la academia, del mundo. Ya no me siento como si fue se yo, los problemas ya no están y mis preocupaciones tampoco. No me importa nada, solo el descanso y la reflexión, es como si no estuviese en mi cuerpo, como si fuese una nube de gas que recorre el mundo sin apenas hacer un esfuerzo.
Oigo la puerta abrirse y desaparezco de allí. Las preocupaciones vuelven a mi cabeza y vuelvo al mundo real.
Me giro para ver quién es, Maddy.
-¿Estás bien?- me pregunta sentándose a mi lado.
-Sí, tengo más cosas de las que preocuparme.- le digo. Tras decir esas palabras recuerdo a Niall, pero no sé si ha sido real o simplemente un sueño. Me miro la muñeca y no me lo creo, mi reloj y mi pulsera no están.
-¡Eveline!- exclama Maddy al ver mi cara de preocupación.
-¿Qué?- le pregunto cambiando mi cara.
-Parecías preocupada.
-No es nada, es solo que tengo sueño, me hace falta dormir.- le digo metiéndome en mis sábanas.
-Está bien, pero mañana tenemos que hablar.- me dice metiéndose ella en su cama.
-¿Mañana? es viernes.- me quejo cerrando los ojos.

miércoles, 15 de enero de 2014

Memorias de un mensaje. - CAPITULO 2

Todo acaba de comenzar. Nos volvemos a encontrar los tres otra vez. La sirena anuncia el comienzo de la primera clase de este nuevo año. Aún no la habíamos visto. Queríamos estar presentes los tres al mismo tiempo, o por lo menos era lo que yo deseaba.

¿Cómo sería ese momento? Me preguntaba mientras avanzábamos hacia el gimnasio del instituto. ¿Incómodo? ¿Violento? Puede que hasta algo gracioso... No podía pensar en otra cosa.
David no había llegado aún, y tenía muchas ganas de hablar con él.
Tenía la impresión de que podía salir algo bueno de toda esta historia. Esto podía fortalecer mi relación con mi mejor amigo, o por el contrario, destrozarla por completo.
Al fin llegó al gimnasio.
  • Por fin – Pensé
Nada más llegar, cruzamos una mirada de complicidad. Sabíamos lo que nos esperaba a la hora del recreo. En el fondo... era emocionante.

Las horas pasaban lentamente. Muy lentamente. A la segunda hora de la mañana lo último que me apetecía era escuchar a una profesora hablando sobre temas aburridos que no importaban absolutamente a nadie, y por la cara de mi amigo, sabía que pensaba lo mismo.
Por fin, la sirena sonó, liberándonos de aquella insufrible espera. Era la hora del recreo.

Fuimos juntos hacia el resto de nuestros amigos como si nada hubiera pasado, y por su puesto, ella estaba allí.
Nuestro reencuentro después de las vacaciones de navidad fue algo muy... normal. Decepcionantemente normal, para todo lo que había ocurrido en esas vacaciones.
Los días pasaban, y yo observaba cómo cambiaban las cosas.
David y Blanca se hablaban más que antes, como yo solía hacer con ella en el pasado trimestre.
Lo único que fallaba, o en este caso sobraba en esta situación, era yo.

Estuve meditando sobre ello mucho tiempo, y al final, decidí, por así decirlo, “quitarme del medio”.

Por nada del mundo quería que hubiese cualquier clase de tensión entre David y yo, así que decidí que al no tener ninguna posibilidad con Blanca, debía alejarme un poco de ella. Estar algo más frio. Tratarla como a una amiga más.
Ambos intentaron persuadirme, pero sabía que era lo mejor, y que puede que incluso en el fondo, se alegrasen un poco.

En los recreos y cambios de clase se me desgarraba el pecho al no poder hacerla reír, ni poder escuchar ese “hola” que hacía que los días nublados, no pareciesen tan grises.

When I was your man”. Esa era la única canción que sonaba en mi móvil día y noche. Esa canción hacía que me olvidase un poco de todo, mientras no paraba de pensar en ello.

I hope he buys you flowers,
I hope he holds your hands
give all his hours
when he has the chance.”

Esas palabras resonaban en mi cabeza durante horas cada vez que la escuchaba.
Una tarde, Blanca hablaba conmigo como solíamos hacer siempre, aunque ya no de la misma manera. Pero esta vez, algo había cambiado.
Aquello que me dijo esa tarde hizo que quisiera abrazarla con todas mis fuerzas.
Verdaderamente, necesitaba apoyo, y, aunque pudiese tensar mi relación con David, debía estar con ella. Tenía que ayudarla en todo lo que pudiese. Era lo mínimo que debía hacer, así que decidí apartar la idea de alejarme de ella.
En estas situaciones, son las que califican a una persona como amigo, y no como alguien más.
Ahora tenía claro lo que debía hacer.

miércoles, 8 de enero de 2014

Noticias.


    Se suele decir que “Año nuevo, vida nueva”, yo he cambiado un poco el dicho y saldría así:

Año nuevo, bloguero nuevo.”

    Ahora somos dos, pero el nombre del blog, la URL y demás va a seguir siendo igual, es decir, que no cambia.


    Otra cosa qu quería deciros, en la encuesta ganaron historias cortas y textos de sentimientos, que hayan ganado no quiere decir que me vaya a dedicar solo a eso, ni tampoco que vaya a dejar de escribir lo demás.
    A continuación os dejo una avance de las próximas entradas en el blog.