jueves, 24 de octubre de 2013

be happy.



be happy.

    Si no eres feliz con este texto no voy a conseguir que lo seas, pero al menos voy a intentar que luches por tu felicidad y mantengas la esperanza de algún día encontrarla.


    Todos tenemos problemas, algunos nos parecerán más graves que otros, pero problemas igualmente son. Los problemas de la gente a veces nos parecerán grandes estupideces, pero, ¿en qué medida sabes tú lo que le afectan los problemas, por pequeños que sean, a esa persona?¿Sabes tú acaso si él o ella es feliz? La repuesta es no. Un NO con mayúsculas. NO la conoces, aunque creas que sí. Al igual que nadie te conoce. No sabes su deseos, lo que piensa, el motivo por el que hace las cosas, lo que le importan las personas, o lo que le importa su propia vida. Si alguien quiere quitarse la vida no lo culpo, culpo a los causantes de esa decisión, esa difícil decisión.
    Sinceramente, por lo que deberías seguir adelante es por lo que vas a dejar atrás si no lo haces, si tienes una familia piensa en ellos y en como se sentirían si hicieses tal cosa. Pero no sólo en los que están cercanos a ti sino en todos. Si ahora mismo no quieres seguir adelante haz una pausa, pero no digo en el texto, sino en tu vida. Te pido por favor que no pierdas el ánimo ni la esperanza y, sobretodo, que no abandones, no lo hagas porque si lo haces, habrás perdido, y no sabes lo que pierdes ni lo que te pierdes.



No sé si esto te habrá
subiedo el ánimo o te
habrá dado ganas de vi-
vir, de seguir adelante,
pero si no eres feliz,
busca la felicidad.


O al menos razones para serlo.


sábado, 12 de octubre de 2013

Alice. - Capitulo 1


Capitulo 1

El descenso por la madriguera


Camino por la calle pegando pequeños saltitos sacucudiendo mi pelo en el aire. Me dirijo hacia mi casa, he tenido un largo día de clases y tan solo el hecho de tener tiempo libre durante unos minutos me parece una buena noticia. Me gusta celebrar las cosas pequeñas.
El Sol hace relucir mi pelo rubio, lo que me hace más llamativa. Me siento en un banco y a continuación me pongo mis auriculares y me dejo llevar por el sonido de la música mientras observo a las diferentes personas que pasan, cada una con algo especial, cada persona única, con sueños y esperanzas. Algunos muestran sonrisas, otros parecen tristes o frustrados, la mayoría va con prisas, y otros, simplemente caminan neutrales, sin pausas, pero sin prisas.
Continuo caminando mientras anochece, el invierno se nota en el Sol, pero no en la temperatura. Voy con una sudadera, unas mayas y unas zapatillas de tela, no me hace falta nada más. Camino con las manos en los bolsillos observando la el pavi-mento mojado.
Noto que me tocan la espalda, pero al girarme no veo a nadie. Estoy segura de que me han tocado, alguien no puede desaparecer así sin más.
Me toco la espalda y descubro un papel pegado al gorro de mi sudadera. Lo leo:
Look at the moon”
“Mira a la luna.” Me quedo reflexionando si debería mirarla o no durante unos minutos, acabo por mirarla. Arrepintiéndome segundos después de hacerlo.
No le veo nada especial a la luna, giro la cabeza hacia un lado pero no me da tiempo a girarla hacia otro lado puesto que una mano tira de mí y me tapa la boca. Quiero gritar, pero no puedo. Le muerdo un dedo pero eso no hace que me suelte, es más, me ata las manos con una cuerda suave. Es raro, siento que mis manos están atadas pero no siento que me aprieten.
Veo un conejo en la carretera, no tiene sentido, no hay conejos en la ciudad. Tiran de mí hacia atrás sin que pueda resistirme. Antes de que pueda mirar a mi alrededor veo que todo se mueve. O tal vez me muevo yo. El miedo y la adrenalina me envuelven con el aire que revuelve mi pelo. Estoy en una moto, y el conejo la sigue corriendo. Pero eso no quita que me estén raptando.
No sé ni como es que no me caigo de la moto cuando estoy sintiendo que vamos a más de ciento treinta kilómetros por hora. Tampoco entiendo como el conejo es capaz de seguirnos y no quedarse atrás con la velocidad a la que vamos.
Al cabo de un rato veo que mi pelo se ha hecho una perfecta trenza de espiga. ¿Qué clase de raptor peina a sus víctimas?
Cierro los ojos un momento, pero cuando los abro no veo la luz de las farolas. Miro hacia la luna y veo una sonrisa de tiburón dibujada en ella. Dejo de mirarla porque me hago daño en el cuello tras un bache.
Oigo un gran golpe delante de la moto, pero no puedo ver de que se trata. La moto comienza a elevarse y grito, o al menos lo intento. Hemos saltado una farola, y el conejo también lo ha hecho. Me fijo más en el conejo y veo que brilla. Acerco mi cabeza hacia él aunque esté a unos cuantos metros de mi y mantengo la vista en él, pero un frenazo hace que choque mi cabeza contra la espalda de mi raptor.
Giro mi cabeza y veo chispas. Casi nos aplasta una farola. Mis pulsaciones suben y siento calor. Esto empieza a darme más miedo de lo que me daba. Vuelvo la vista hacia el conejo.
El conejo se acerca e intenta despegar de su pata un papel. Esta vez pone solo una palabra. Agudizo mi vista para verla mejor.
Fall.”
Los conejos no pueden hablar ni comunicarse con las personas, ni mucho menos escribir.
Me bajan de la moto sin que pueda ver nada por la oscuridad. Me desatan las manos. Noto que puedo volver a hablar.
Una puerta se abre como por arte de magia. En su interior veo luz azul. El conejo se acerca y entra.
Me empujan hacia la puerta pero no veo absolutamente nada dentro. Bajo la vista y veo un gran agujero que emite luz azul. No. Van a tirarme por ahí.
Intento andar hacia atrás pero no puedo. Aunque no da resultado sigo intentándolo lo que hace que no avance en ningún sentido.
-Tranquila.- me dice una voz masculina al oído.
-No.- le digo. Noto un empujón mayor que supone mi muerte y dejo de notar el suelo en mis pies. Suelto un fuerte alarido de miedo. Miedo de verdad. No puedo parar de gritar, no hay fondo. Me veo iluminada por la luz azul mientras caigo. Cada vez es más potente, cada vez me ciega más. Sigo sin ver el fondo. No sé cuanto tiempo llevo bajando, pero está claro que no voy a volver a subir. Se me abren los ojos. Veo el fondo. No puedo cerrarlos. Noto que me escuecen del aire que les entra dentro.
Caigo al fondo y reboto hacia arriba, no estoy muerta. Pero no siento la mayoría de mis articulaciones.



-...lice, Alice ¡Alice!- oigo nada más despertarme.
-¿Q-qué?- pregunto desorientada. Abro los ojos y me siento. Puedo moverme, pero sigo en el fondo de aquel agujero. Es como una gran excavación adornada con cuadros y estanterías con figuritas. No puedo creer que sea real, y mucho menos que esté viva, caí desde un kilómetro de altura por lo menos en un trampolín. No es posible salir viva desde tanta altura, por muchos trampolines que haya será imposible, o mejor dicho, increíble. Me levanto y salgo del trampolín. Miro hacia arriba y solo veo un agujero hacia el cielo, pero no veo el techo. Miro hacia las paredes de tierra y encuentro una pequeña puerta con la vista. D repente me vienen miles de preguntas a la cabeza. - ¿Dónde estoy? ¿Y quién eres? ¿Por qué me has traído aquí?- empiezo a gritarle sin parar. Me muevo hacia la puerta pero mi raptor me para.- ¿Y como sabes mi...?- me tapa la boca con la mano.
-Aquí las preguntas las hago yo.- me dice quitándome su mano de la boca pero me agarra de los hombros inmovilizando todos mis movimientos.
-¿Qué quieres preguntar?- le digo con resignación.
-¿Por qué un infinity?- me pregunta mirando mi sudadera. La sudadera es blanca con un infinito en negro con la palabra infinity en él.
-¿Qué más da mi sudadera?- le pregunto gritando e intentando escapar.- ¿Por qué me has...?- me vuelve a tapar la boca hasta que me tranquilizo.
-¿Mejor?- me pregunta con una sonrisa irónica.
Asiento con la cabeza.
-Bien, responde.- me dice después.
-Pues no lo sé, me gustaba la sudadera y simplemente me la compré. ¿Por qué me has traído aquí?- le pregunto esta vez más calmada.
-Intereses.- me responde sin realmente darme una respuesta que me saque de mis dudas.
-¿Qué sitio es este?- le pregunto esperando una buena respuesta.
-Wonderland o Underworld, como quieras.- me responde. País de las Maravillas o Mundo de debajo, me quedo pensando y reflexionando sobre la bajada por el agujero, esto es irreal.
-¿Cómo sabes mi nombre?- le pregunto esta vez.
-Cada cosa a su tiempo.- me responde.- Pero puedes saber mi nombre.- se queda callado mirándome y yo le miro a él. Sus ojos son de un color amarillo y tiene el pelo oscuro y hacia arriba, no me había fijado hasta ahora.
-¿Cuál es?- le digo después que un rato de silencio.
-¿Por qué no avanzamos? Nos espera un largo camino.- me dice cambiando de tema.
-No, yo me voy.- le digo forcejeando entre sus brazos.
-Está bien vete.- me dice antes de soltarme. Me muestro sorprendida al quedar libre de sus brazos. Doy unos pasos hacia el agujero y miro hacia arriba con cara de preocupación.- Aunque, ¿como quieres irte? La madriguera desciende unos seiscientos metros hacia abajo.- me dice con una sonrisa de razón en su cara.
Vuelvo con él arrastrando los pies y le digo frustrada:
-¿Hacia dónde hay que ir?
Él sonríe, es listo. Parece que lo tenía todo planeado y ha conseguido aislarme de la intriga hacia su nombre. Pero, ¿cómo sabía mi nombre? ¿y cómo ha salido de la madriguera?
Me hace un gesto hacia la puerta con una sonrisa. Le sigo hacia la puerta y pasamos a otra habitación. Estamos en una habitación redonda, con unas ocho puertas y una mesa de cristal y dos sillas en el centro.
Voy al centro de la sala y me quedo mirándole.
-¿Por dónde?- le pregunto.
-¿Qué gracia tiene si te lo digo yo?- me pregunta él a mi anulando mi pregunta.
Voy intentando abrir las puertas sin mirarle. La sexta puerta se abre, y de ella empieza a salir agua que me hace retroceder.
-¿Y ahora qué?- le pregunto mirándole a los ojos con desesperación.
Él me lanza una botellita del tamaño de un dedo. La cojo al vuelo y la miro de cerca. Tiene una nota atada en la que pone “Drink me” y su interior es azul. 
 


-No será ningún veneno, ¿verdad?- le pregunto mirando la botellita y su líquido azulado.
-Si lo fuera ya te habría matado yo mismo.- ese comentario me causa un poco de miedo. Ahora mismo dependo de él.- Bebe.- me ordena después.
Me acerco la botella a la boca y cierro los ojos. Empiezo a notar que el agua me cubre más y que la botella pesa más y se me hace más grande. Cuando abro los ojos el agua me cubre entera y me veo forzada a nadar.
El chico que me raptó es enorme, me lanza una taza para que me suba. Lo hago. Empiezo a darme cuenta de que mido menos que la botella que me he tomado.
Miro al raptor otra vez, levanta una cortina y descubre otra puerta. Se acerca a la mesa corriendo y coge una llave dorada, no me parecía haberla visto antes. Me siento como una carga al no poder hacer nada salvo mirar. Estoy en una taza mientras se inunda la habitación. No es real.
El chico se sube en la mesa tras abrir la puerta y salta a la taza bebiéndose una poción como la mía en el aire, puede que no le de tiempo a encoger antes de caer. Me encojo en mí misma buscando refugio y se me saltan las lágrimas del miedo. La taza vibra un poco, y cuando miro hacia el exterior me siento aliviada, pero no puedo parar de llorar.
-¿Asustada?- me pregunta con una sonrisa.
No le respondo y miro hacia la puerta que ha abierto, medirá veinte centímetros, y sin embargo vamos a pasar por ella.
-Sota.- me dice tocándome el hombro.
Le miro incrédula.
-Sota, Sota de Corazones.