lunes, 1 de julio de 2013

SEGUNDO CAPITULO


SEGUNDO CAPITULO

                   
     Hoy es la presentación de la academia, los de cursos mayores pondrán puestos en el edificio principal para enseñarnos los clubes, grupos y equipos que hay en la academia.
    Maddy me ha levantado esta mañana a las nueve, por suerte he dormido toda la noche y no me encuentro cansada.
    Cojo una toalla y ropa de mi maleta y me voy a ducharme. Cuando llego a los baños de la residencia o todavía no ha llegado nadie o no ya se han ido todos. Pero me da igual, me gusta estar sola y tener mi intimidad.
    Me quito la ropa y me meto en una ducha del fondo, el agua sale ardiendo, pero no me importa, me gusta así, e incluso más caliente. Me ducho rápido y, para cuando salgo, todavía no ha llegado nadie. Los espejos están empañados así que cojo la toalla para limpiarlos un poco y poder verme, después me enrollo la toalla para secarme y me visto.
    Me doy cuenta de que me faltan algunas cosas, un peine, un secador, maquillaje...
    Vuelvo a la habitación para cogerlos. Cuando llego me encuentro a Maddy con el pijama dormida en su cama. Me ha despertado ella, ¿qué hace dormida?
    Corro para despertarla, la sacudo un poco pero sigue durmiendo. Miro hacia la mesita de noche, hay un vaso de agua. Lo cojo sin dudarlo dos veces y se lo echo encima a Maddy.
    Ella abre los ojos rápido y levanta su cuerpo.
    -¿Pero qué has hecho Eveline?- me grita enfadada.
    -Estabas dormida y...-empiezo a decirle yo. Ahora me siento culpable. 
   Noto que se le ha enrojecido la cara.
    -¡Y lo más normal es que me tires un vaso de agua!- me grita otra vez.
   -Lo siento.- le digo inmediatamente.
   Maddy respira hondo y su piel va recuperando un color normal.
   -Está bien.- me dice levantándose de su cama. Noto que está tensa así que cojo las cosas que había venido a buscar y me vuelvo a los baños.
    Cuando llego ya hay más gente. Enchufo el secador y empiezo a secarme el pelo mientras me peino. Una vez seco se me queda un poco rizado así que cojo la plancha del pelo y me lo aliso un poco. Finalmente, me pongo maquillaje del color de mi piel en la cara para tapar los granos y me pinto un poco los ojos.
    Vuelvo a mi habitación, Maddy ya no está, habrá ido a ducharse. Pero hay alguien esperándome, Ben. ¿Qué hace aquí? ¿Como sabe cuál es mi residencia? Y peor aún, ¿Cómo sabe cuál es mi habitación? y... ¿cómo ha entrado?
    -¿Ben?- le digo dejando mis cosas en un cajón del armario.
    -Hola, me preguntaba si querías que fuésemos juntos a la bienvenida.
    Relájate, relájate, me digo a mi misma. Respiro hondo varias veces para relajarme.
    -¿He venido en un mal momento?- me pregunta.
    Pues sí, la verdad es que presentarse a las nueve y media en la habitación de alguien no es muy normal, sobretodo si lo conociste ayer.
    -No, es solo que me has pillado por sorpresa. ¿Puedes esperarme abajo?- le digo conteniendo mi enfado.
    -Vale.- me dice con una sonrisa. Después se va hacia a la puerta y me acaricia el pelo.
    ¿Pero quién se cree? Vuelvo a respirar hondo otras muchas veces, no sabría decir cuantas porque acabo perdiendo la cuenta. Reflexiono unos minutos y llego una conclusión completamente racional: le gusto.
    Ya estoy preparada así que cojo un poco de dinero de mi maleta y una mochila de cuerdas y bajo a la planta baja.
    Mientras estoy bajando las escaleras, veo un problema, él a mi o me gusta, o al menos por ahora. Es muy majo pero no nos veo juntos en un futuro, además, no se ha podido enamorar de mí nada más verme. Pero venir tan pronto a mi habitación y pedirme que vaya a verle en su prueba de rugby son razones para pensar que le importo, pero lo conocí ayer, y eso indica que le tengo que gustar bastante. Ahora me siento más feliz, es bonito gustarle a alguien. Me replico durante un rato porqué a mí no me gusta, debería gustarme, así al menos él sería feliz, y puede que yo también.
    Estoy sacando conclusiones muy precipitadas casi sin ninguna prue-ba, termino de bajar las escaleras y Ben está en el vestíbulo, de pie, esperándome, esperándome a mí.
    -¿Ya estás?- me pregunta con su sonrisa.
   Noto que la timidez me vuelve a invadirme una vez más. Intento luchar contra ella no puedo, es parte de mí. Noto mis mejillas enrojecerse.
    -Ya estoy.- le digo con una leve sonrisa.
    Agarro mi mochila por la parte de arriba y me dirijo hacia la puerta junto a Ben.
    Me siento aliviada pero también frustrada, no es normal que alguien que conoce a otra persona de un día actúe con ella como si fuesen pareja.
    Hago un gesto para que me suelte. Espero no haber sido muy brusca con él.
   Ben deja de acariciarme el pelo y aparta la mano de mi cabeza con delicadeza.
    Me trata muy bien, y eso me gusta.
    Caminamos durante un rato por el campus de la academia son decir nada el uno al otro.
    -¿Estas cansada?- me pregunta rompiendo el silencio.
    Niego con la cabeza.
    Ben me hace un gesto para que apoye mi cabeza en su hombro. No quiero hacerlo pero, sin embargo, lo hago. Estoy roja, lo sé. Noto mis mejillas arder. Cierro los ojos y respiro hondo. Me invade el olor de Ben, y eso me gusta. Sonrío sin querer hacerlo.
    Miro a Ben como lo haría un bebé al mirar su comida, con los ojos bien abiertos. Ben sonríe una vez más. Empieza a gustarme esa sonrisa.



   Cuando llegamos al edificio central vamos cogidos de la mano. No sé como ha pasado, pero noto mis mejillas ardiendo. Deben de estar muy rojas. Me he dejado llevar por Ben, esto no debería haber pasado. Intento soltarme pero no puedo, y no es por él, es por mí. Me gusta esta sensación, pero no Ben, ese es el problema. Después de muchos intentos por soltarle la mano lo consigo, pero apoyo la cabeza en su hombro y él me coge por la cintura. No podría estar más roja. La gente nos mira sin decir nada, y algunos esbozan un pequeña sonrisa. Ahora todos los que nos han visto creen que somos pareja.
    Ya harta de las miradas y las sonrisitas me separo de él y me voy ha-cia uno de los puestos. Ben me sigue.
    -¿Club de títeres?- me dice riendo.
    Ni siquiera he mirado de qué era el puesto, solo me quería separar de él.
    -Sí.- dice un chico serio con voz grave. Es alto, fuerte, y no parece muy feliz. - ¿Te pasa algo en la cara?- le pregunta a Ben al ver que está un poco sorprendido.
    No quiero tener que defenderlo pero es inevitable, no sirve de nada que me resista.
    -No, no le pasa nada.- le digo seria al chico de los títeres.
    Después cojo a Ben de la mano y me lo llevo. Tal vez sí que me guste.
    Busco con la mirada los puestos de deportes, pero no los encuentro. Miro de nuevo a Ben, seguimos cogidos de la mano.¿Qué me está pasan-do? Yo no soy así. ¿Tanto he podido cambiar en un día?
    -Gracias.- me dice Ben.- ¿Qué buscas?
    -Los puestos de deportes.- le respondo sin dejar de mirar hacia todos lados para poder ver entre la gente.
    -Pues vamos a buscarlos.- me dice. Noto que me agarra de la mano más fuerte y a tirar de mí.
    Empezamos a hacernos paso entre la gente, bueno, él se hace paso entre la gente y tira de mí.
    Después de pasar unos minutos angustiosos entre la gente los veo, los puestos de deportes.
    -Por allí.- le digo señalándolos.
    Ben tira de mi mano sin decir nada, y sigue hasta llegar a los puestos de deportes. Ahora todo está más relajado y hay menos gente. “Me encantaría echarme a dormir en sus brazos” pienso al verlo más relajado. ¿Pero qué? ¿Pero qué estoy pensando? No, no puede ser, ni siquiera me gusta. Para quitar esos pensamientos de mi cabeza me acerco más a los puestos de deportes.
    -Hola.- le digo a un chico que hay en el puesto de volleyball.
    -Hola.- me dice, parece majo.
    -¿Dónde me puedo apuntar?- le pregunto.
    El chico empieza a reírse. Me siento estúpida por haber preguntado.
    -Toma.- me dice dándome una hoja con nombres. La cojo.
    -¿Qué pasa?- le pregunto. Me vuelvo a sentir estúpida.
    -Nada, es que me pareces muy pequeña para jugar al volleyball.-me dice sin dejar de reír. ¿Soy tan pequeña? Sé que soy bajita pero no tanto como para no poder a jugar al volley. ¿O lo soy? Lo soy.
    Aún así apunto mi nombre, al menos tendré una oportunidad.
    -Ya está.- le digo devolviéndole el folio.
    -Eveline, ¿No prefieres ser animadora?- me pregunta riendo otra vez.
    -No.- le digo yéndome del puesto volley.
    Veo a Ben acercándose al puesto enfadado. Giro rápido mi dirección para detenerlo. Corro para que no llegue a hablar con el chico del puesto de volley. Choco con él. Me caigo hacia atrás pero él me coge del brazo y me abraza. Impotencia, rabia y frustración, eso es lo que siento ahora. Pero por mucho que lo sienta no puedo parar el abrazo. Quiero gritar, gritarle que me suelte, pero no puedo, me gusta esta sensación. Sacudo la cabeza un momento y ordeno mis pensamientos, me gusta esta sensación, pero no con él. Una vez me suelta voy pasando por los puestos. 
   Patinaje, rugby, atletismo, ¡atletismo! ¿Dónde estará Maddy? Me encantaría estar con ella ahora mismo para contarle lo que ha pasado. Suspiro. Siento que Ben me coge de la cintura por detrás. Me estremezco. Estoy harta de que se comporte así. Me suelto y me separo de él sin pensarlo. De repente me arrepiento, ¿me importa? Me importa. Añoro la sensación de estar junto a él. Me gusta, le quiero cerca de mí.
    Me vuelve a abrazar, y esta vez lo dejo. Ben empieza a mecerme entre sus brazos. Quiero acercarme más a él. Quiero... que me bese.
    -¿Eveline?- grita Maddy al verme en los brazos de Ben.
    Me llevo la mano a la boca y me separo de él rápido. Me acerco a Maddy y hago una mueca diciendo: no sabía qué hacer.
    -Os dejo solos.- me dice alejándose de mí.
    -Maddy espera, puedo explicártelo.- le digo suplicándole que se quede.
    -Te espero en la habitación, no tardes.- me dice con una sonrisa mientras se aleja.
    Me muerdo el labio inferior y vuelvo con Ben.
    -Oye, me tengo que ir.- le digo.
    -Te acompaño hasta la salida.- me dice cogiéndome de la mano.
    Me vuelvo a morder el labio. Acabo de volver a la realidad, pero sigo estando de acuerdo en una cosa con o sin llevarme llevar por Ben: me gusta, me importa, lo quiero, y que sea cerca de mí.
    Antes de irme le doy un abrazo y le planto un beso en la mejilla.
   Salgo corriendo hacia la residencia Greenwich, me espera una larga e incómoda pero necesaria charla con Maddy.



    Abro la puerta de la habitación lentamente. No quiero entrar, no quiero hablar de lo que ha pasado con Maddy. Miro antes de pasar, espe-rando que no esté, aunque sé que está esperándome. Está sentada en su cama, en frente de la puerta. Me mira relajada. Paso y cierro la puerta tras de mí.
    -Bien, explica.- me dice. Ni siquiera me ha dicho hola, aunque no la culpo.
    -No sé por donde empezar.- le digo sentándome junto a ella. Es ver-dad, no sé por donde hacerlo.
    -Pensaba que no eras de esas chicas, tu timidez, tu incomodidad, ¿todo ha sido un engaño?- me pregunta seria, más seria de lo que me gus-taría.
   -¿Cómo... cómo sabes que estaba incómoda cuando cenábamos?- le pregunto sorprendida. No sé mentir, ni disimular tampoco.
    -Se notaba mucho, ¿no fingías?
    -¡No! Jamás fingiría estar incómoda al conocer a alguien, además, in-tentaba que no pareciese que estaba incómoda.- le explico tensa.
    -Pues Ben lo notó, y se ha aprovechado de ello.- me dice Maddy aún seria.
    -¿Cómo? ¿Comportándose como un buen chico y viendo aquí tem-prano?- le pregunto gritando.
    -No, pero también.- hace una pausa, está reflexionando.- Ben sabía que no te ibas a negar a ir con él, porque estabas incómoda y no querías es-tarlo.- me explica.
    Estoy molesta, muy molesta, pensaba que Ben me quería.
    -Pues es listo, ¿pasa algo?- le digo más molesta todavía.
    -No, tú puedes hacer lo que quieras, pero no pensaba que fueses de esas chicas que...- se queda callada.
    -¿Que qué?- le grito. Noto que tengo las mejillas calientes, segura-mente estoy roja.
    -¡Que se lían con el primero que ven!- me grita ella. También está roja y tensa.
    -Primero, no nos estábamos liando.
    -¿Y entonces que hacíais abrazados?- me interrumpe.
    -¡Ha sido él el que me ha abrazado!- le vuelvo a gritar. Espero que no haya nadie en la residencia.
    -Y tú la que le has dejado que lo haga.- me dice más calmada, pero resentida.
    -¿Ahora soy yo la que tiene la culpa de que me abrace?- sigo moles-ta.
    -No, tú tienes la culpa de que no te suelte.
    -No he tenido valor para soltarme...- le digo. Voy a añadir que me gusta esa sensación pero me arrepiento y no lo hago, prefiero guardármelo para mí.
    -¿Sientes algo...- hace una pausa.- por él?- me pregunta sorprendida.
    -Creo que sí, yo no soy de esas que se tiran a por el primero que ven, pero no estoy segura, la primera vez que lo vi...- recuerdo su mirada verde mirando todo mi cuerpo, como si estuviese desnuda, pero no puedo decír-selo a Maddy, pensaría que estoy con él porque realmente me da miedo y eso no es verdad.
    -¿Qué? ¿sentiste un chispazo?- me dice ilusionada, parece que ya se le ha pasado el enfado.
    -No.- suspiro.
    -¿Tuviste la respiración entrecortada?
    -No.
    -¿Latidos en el corazón a gran velocidad?
    -No.
    -¿Mariposas en el estómago?
    -¿Podrías parar?- le digo un poco molesta. Después suspiro.
    -Perdona, ¿Qué sentiste?- me dice más relajada, pero con una gran sonrisa.
    -No te lo puedo decir.- le digo cabizbaja.
    -¿Por qué? ¿Es malo? ¿Muy salido?- empieza a preguntar de nuevo; me quedo callada.
    -Perdona.- me dice otra vez.- Es que soy muy curiosa.
    -Lo he notado.- le digo con una falsa sonrisa.
    Ella se ríe y después noos quedamos las dos calladas durante unos se-gundo, noto que     Maddy quiere volver a preguntar.
    -¿Entonces no me lo vas a decir?- me pregunta un rato después.
    -Miedo.- le digo seria, si fuera algo bueno no habría tenido problema en decírselo pero... era miedo.
    -¿Miedo?- se echa reír. No tendría que habérselo dicho.
    -No tendría que habértelo dicho.- le digo molesta.
    -No, no, que es normal que un chico te de miedo.- me dice. Vuelve a reírse.
    Me levanto de su cama y me voy de la habitación molesta.
    -¡Espera!- me dice Maddy antes de que cruce la puerta.
    -¿Qué?- le digo molesta.
    -Lo siento, es que- hace una pausa.- no te entiendo. ¿Ben te da mie-do?- se está aguantando la risa.
    -No, ya no.
    -¿Y por qué ayer sí?- me pregunta. Ya ha parado de reír.
    -Me miraba de una manera que... me intimidaba.- le digo vergonzosa.
    -Hmmmmmmmm. Y ahora te gusta. Interesante.- me dice pensativa.
    -¿Podemos parar de hablar de esto? Me siento incómoda.- le digo.
    -Sí, ¿te has apuntado a los deportes?- me pregunta Maddy. De repente se me quedan los ojos en blanco. Solo me he apuntado a volleyball y ahora ya habrán cerrado los puestos.         Me llevo las manos a la cabeza.
    -No.- digo ahogadamente.
    -¿A ninguno?- me pregunta Maddy sorprendida.
    -Sí, al volley. Entre que estaba con Ben y que has llegado tú se me ha olvidado. Mierda.- suspiro.
    -Espero que tengas suerte.- me dice con una sonrisa.
    -¿Soy muy pequeña para jugar al volley?- le pregunto a Maddy mi-rándome en un espejo.
    Maddy empieza a reírse a carcajadas. ¿Querrá decir eso que sí? ¿O que no?
    -No, no se trata de ser alta o baja, si no de la técnica.- me explica. Me siento aliviada, porque es verdad que soy un poco baja, pero también preocupada, no sé jugar al volley en serio.
    -Bueno tengo hambre, ¿vamos a comer?- me pregunta Maddy un rato después. Yo también tengo, no me había dado cuenta, pero no tengo muchas ganas de ir al comedor, porque habrá gente, y entre la gente estará Ben, y me volverá a tratar como si fuésemos pareja, y esa gente nos verá. No quiero que sepan que estamos juntos, que no lo estamos, pero puede que algún día sí y ese día me gustaría llevar con más intimidad nuestra relación.
    -No tengo muchas ganas de volver a ver a Ben.- le digo haciendo una mueca.
    -Pero si te gusta. Lo más normal es que quisieses verlo.- me dice.
    -Sí, pero lo más normal es que él no actuase como si estuviésemos juntos.- le replico.
    -Tal vez deberías decírselo.- me dice ella desafiante; no pienso hacer-lo, podría estropearlo todo.
    -No.- le digo cortante.- Vamos a comer.- le digo después yendo hacia la puerta.


    Unos minutos después ya estamos en la cafetería, junto a Ben y Aus-tin. No he dejado que Ben se me acerque mucho y me he sentado con la comida. Espero que no piense que no me gusta.
    -Eveline, ¿te pasa algo?- me pregunta Ben al ver que no le hablo. Ni siquiera le he saludado.
    -No, perdona, es que estoy un poco distraída.
    -Ah, vale, si quieres luego podemos hacer algo.- me sugiere. Quiero decirle que sí, pero hacer algo sería... acabaríamos como esta mañana. Si le digo que no, tendré que poner una excusa pero si le digo que sí acabaré a-brazada a él.
    -Pues, no sé si puedo, tengo que organizarme un poco.- le digo. Cojo mi móvil por debajo de la mesa y le envío un mensaje a Maddy, no es muy coherente porque la tengo al lado pero es la única forma de que Ben no se de cuenta.
    El mensaje dice: Quedo hoy con Ben?
    -Oye, ¿mañana vendrás a mi pruebe de rugby?- me pregunta ahora.
    -Supongo que sí, al final solo me he apuntado a volley así que tendré tiempo.- le digo con una pequeña sonrisa.
    Ben también sonríe, pero su sonrisa es más grande que la mía, aunque nuestras ilusiones sean iguales.
    Noto que me vibra algo en el bolsillo.- “¡El móvil!”- pienso rápido. Lo cojo y miro los mensajes. “Haz lo que quieras” Aprieto las manos con fuerza y sigo apretándome hasta clavarme las uñas en las palmas de las manos. Odio que me dé a mí la opción de elegir qué hacer. No es que no quiera abrazarlo, la verdad. Tal vez me estoy engañando a mí misma, si me gusta estar con él, ¿por qué no estarlo?
    -Eh, Ben, ¿nos vamos después de comer a dar un paseo?- le digo con una gran sonrisa en cara.
    Ben sonríe sorprendido, me gusta esa sonrisa.
    Cuando terminamos de comer lo cojo de la mano y me lo llevo antes de que pueda decir nada. Tengo la impresión de que Maddy me mira, y no de la manera que me gustaría que me mirase, pero ha sido ella la que me ha dicho que haga lo que quiera así que no debería importarle, ¿o sí de-bería hacerlo? Yo normalmente no haría esto pero... estoy aquí para cam-biar y ser mejor persona, aunque así no lo consigo.
    Sacudo la cabeza para eliminar estos pensamientos de mi cabeza y vuelvo a la realidad, no pienso liarme hoy con Ben.
    Creo que Ben me nota rara.
    -¿Qué te pasa?- me pregunta. No puedo explicárselo pero tampoco le quiero mentir.
    -Que... estoy confusa.- le digo sin pensar mucho en las consecuen-cias.
    -¿Confusa? ¿Confusa por qué?
    -Porque...- me quedo pensativa.- Porque no sé si somos pareja o amigos o conocidos o lo que seamos.- le digo sin pensar. Me arrepiento en menos de un segundo, quiero taparme la boca pero mi mano está entrelazada con la Ben.
    -¿Tú que crees que somos?- me pregunta con una sonrisa.
    -No lo sé.- le digo en un tono seco. Tal vez me haya alterado un poco.
    -Pues, ¿qué quieres que seamos?- me pregunta después.
    -¡No lo sé! ¿vale?- le grito soltando su mano y alejándome de él. He alzado la voz demasiado.
    -Pues yo quiero que seamos pareja, ahora te toca, piensa un poco.- me dice seguro. 
     Aunque supiese que le gustaba estoy perpleja.
    -Pregunta.- le digo muy nerviosa e insegura. El corazón me late demasiado rápido. Noto un calor angustioso, más calor, y más. Me tiemblan las piernas, los brazos, la cabeza, estoy temblando.
    -Está bien.- me dice. Se acerca a mí y sudo y tiemblo más, ahora los dientes también, no sé si voy a poder aguantar mucho más. Ben me coge de la manos.- Eveline Anderson, ¿quieres ser mi novia?- me dice en voz demasiado alta. Quiero mirar hacia los lados para ver si hay alguien que nos esté viendo o escuchando pero no puedo.
    Me tiembla la mandíbula antes de poder decir nada.
    -Sí.- ha sido la palabra más difícil de decir en mi vida, algo tan simple como un sí. 
     Antes de que pueda hacer o decir nada Ben me abraza. Sonrío y le abrazo yo más fuerte, me quedo un rato en sus brazos hasta que veo a Maddy salir del comedor y voy a saludarla.
    No puedo evitar esbozar una tonta sonrisa, me siento bien, muy bien, quiero andar a saltitos, cantar, bailar, correr y sonreír todo lo que pueda.
    -¿Y esa sonrisita?- me dice Maddy sonriendo también.
    -Pues... no sé.- le digo con una vocecita aguda sin dejar de sonreír.
    -Seguro.- me dice poco convencida.
    Me voy alejando de ella dando hasta llegar hasta Ben pequeños salti-tos. Ben me coge con sus brazos por sorpresa y me levanta hacia arriba, me empiezo a reír a carcajadas. 
    Cuando me baja me coge de las piernas y me lleva en sus brazos. Empiezo a patalear sin parar de reírme.
    Sigo riéndome hasta que ya no me sale más risa, mi risa se ha con-vertido en un suspiro cansado. Miro hacia mi alrededor y veo una extenso prado alrededor de nosotros, estamos solos.
    -¿Dónde estamos?- le pregunto rápido. Sigo en sus brazos.
    -En un descampado de la academia.- me dice tranquilo. Parece estar disfrutando de la brisa.
    -Y... ¿qué hacemos aquí?- me río sin saber porqué. Ben también se ríe acompañando mi estúpida risa.
    -Buscaba un lugar más íntimo.- me dice con la mirada perdida en el campo. ¿Un lugar más íntimo para qué? Tengo que preguntarle para sacar-me de dudas.
    -¿Para qué?- le digo con otra estúpida sonrisa.
    Ben me baja de sus brazos, no sé si es porque se le han cansado los brazos o porque quiere usarlos para otra cosa o algo. Me cuesta un poco a-daptarme al suelo y a cargar con mi peso así que me voy pasando el peso de una pierna a otra.
    -Para decirte que te quiero.- me dice Ben con cariño. Sonríe, y yo sonrío a su vez. Se acerca más a mí, va a besarme, no puedo dejar que lo haga, le he prometido a Maddy y a mí misma que no lo iba a besar. Me pongo nerviosa y empiezo a sudar. Me tiemblan las piernas. Si me alejo de él voy a quedar fatal, ¿qué hago? Se acerca más. Simulo un estornudo.
    Por la forma en que me mira Ben el estornudo no has sido muy creíble.
    -¿Qué pasa?- me pregunta un poco triste.
    -¿Qué pasa con qué?- le pregunto sonriendo aunque sé exactamente a lo que se refiere.
    -Oh, vamos, se ha notado bastante que eso no ha sido un estornudo real.
    -¿Qué quieres decir?- estoy quedando fatal.
    -¿No sientes lo mismo por mí?- me pregunta más triste que antes.
   -Claro que sí, es decir, que claro que te quiero.- intento explicarle sin meter aún más la pata.
    -¿Entonces? ¿No quieres que te bese?
    ¿Y ahora qué? No sé qué decirle para no decepcionarlo más todavía.
    -Es que, ¿no estamos yendo demasiado rápido?- le pregunto para qui-tarme el peso de encima y ponérselo a él.
    -Puede que sí, pero, mientras nos queramos el uno al otro, ¿que más da?- lo ha dicho con tanta soltura, como si no importase, me ha enfurecido.
    -Pues da que tal vez yo no quiera ir tan rápido, puede que tú sí pero yo no, me gusta tomarme las cosas con calma.- le digo enfadada.
    -Está bien, lo siento si te he hecho enfadar.- me dice intentando que lo perdone. 
    Después se acerca otra vez para besarme. ¿Qué se cree?
    Me enfado mucho más y lo aparto de mí con un empujón.
    -¿Qu...?
    -Está claro que no lo has entendido.- le digo seria. Después de decir esto me alejo de él andando rápido. Noto que me sigue. La verdad no sé hacia donde voy, no veo la salida de este descampado por ningún lado.
    Me coge del brazo, intento soltarme pero no puedo.
    -¡Suéltame!- le grito.
    -No!- me grita.- No hasta me dejes explicártelo.- me dice más tran-quilo. Me muerdo el labio.
    -Explica.- le digo de mala gana y con la cabeza gacha después. Ben me obliga a levantarme.
    -Perdona, pero es que me gustas mucho y... no puedo...- se acerca otra vez. Lo aparto rápido.
    -¡Ben! ¡Eh!- le grito para que vuelva a la realidad, ya no estoy tan enfadada.
    -Perdona.- se disculpa avergonzado.- No puedo.- me dice triste y enfadado consigo mismo.
    Tengo que hacer algo, quiero hacer algo. Tal vez si duramos mucho juntos a Maddy no le parezco de esa clase de chicas que se van con el primero que encuentran. Voy a hacer algo. Cuando levanto mi cabeza Ben ya no está, se está yendo. Corro detrás de él.
  -¡Ben!- le grito desde lejos. Él sigue avanzando sin hacerme caso, debe de estar avergonzado.
    Después de un rato al fin lo alcanzo, aunque estoy exhausta.
    -Ben, no pasa nada, te entiendo.- le digo entre suspiros, estoy apo-yada en él, tengo que hacer más ejercicio a menudo.
    -Está bien, gracias.- me dice sin ni siquiera mirarme. Esperaba que cuando se lo dijese me besase, pero no ha sido el caso.
    -¿Qué pasa?- le digo entrelazando mis dedos con los suyos.- ¿Sabes que puedes contar conmigo no?
    No me responde.
    -Yo, yo también lo siento, siento haberte gritado y haberme enfadado contigo por una tontería, al decirte que sí debería... haber pensado en esto.- me disculpo con dificultad.
    -No, es culpa mía...
    -¿Y si te digo que yo tampoco puedo?- le digo con una sonrisa.
    Ben se gira sorprendido, sonrío otra vez.
    Ya hemos salido del descampado y estamos por el campus cerca de mi residencia.
    -Bueno, pues...- me dice muy tímido.
    -Pues es tu turno.- le digo con una sonrisa.
    Ben asiente y me acaricia el pelo, de repente distingo una silueta femenina a lo lejos, Maddy. Respiro entrecortadamente. No puedo, no sé qué hacer. Tal vez no sea Maddy, liarse no es que te besen, no rompería mi promesa si dejo a Ben que me bese, aunque así, a veces, de tanta insis-tencia en una mentira acabas creyéndotela.
Ben me besa con ternura, en este momento no me importa la prome-sa, ni nada aparte de Ben. Llevo mis manos hasta él y le acaricio el pelo lentamente. Él baja sus manos hasta mi cintura. No sé si es esto lo que venía buscando, pero me vale para ser feliz.












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