Capitulo
4
La habitación del conejo blanco
Me
despierto incómoda y con la espalda dolorida. Abro los ojos y me doy
cuenta de que sigo aquí, Wonderland, Submundo o como quiera que se
llame. Hace Sol, demasiado como para que pueda mirar a mi alrededor
sin entrecerrar los ojos.
Me
levanto y busco a Sota con la mirada, está tumbado entre las
piedras, como yo lo estaba hace tan solo unos segundos. Me acerco a
él y le toco con el pie para despertarlo.
-Hey.-
dice al verme despierta. Tiene los ojos entrecerrados y el pelo
aplastado, lo cuál me hace pensar qué aspecto debo de tener yo.
Le
dedico una sonrisa de tranquilidad, no ha pasado nada malo esta
noche. La verdad es que no sé cuanto tiempo he estado dormida ni qué
hora pero no me importa mucho.
Él
me sonríe también y se levanta en un solo movimiento. Una vez de
pie se tambalea un poco y se gira hacia mí.
-Estás
horrible.- me dice. No puedo evitar soltar una carcajada, el
cansancio debe de haberle afectado un poco.
-Tú
tampoco tienes muy buen aspecto.- le digo con un sonrisa burlona.
-No,
en serio, ¿te han tirado piedras?- me dice después. Me preocupo un
poco y me palpo la cara. Debo de haber estado mucho rato enterrada en
las piedras de la orilla del lago, puedo sentir las marcas con solo
tocarlas.
-¿Qué
teníamos que hacer?- le pregunto cambiando de tema.
-No
sé tú pero yo voy a bañarme.- me dice sin dejar de mostrarse
cansado. Lo cual me pone de los nervios, cada vez dice cosas más
incoherentes.- Adiós.
Comienza
a caminar y se adentra en el bosque, al principio me quedo parada y
suspiro, pero después me obligo a correr hacia él.
La
vegetación del bosque es increíblemente exuberante, y además es
enorme. Me muevo rápido pero sin dejar de mirar cada árbol, cada
hoja, cada rama.
Por
desgracia mi admiración es interrumpida cuando me doy cuenta de que
hemos encogido y que, por lo tanto, la vegetación de este lugar es
tan común como la de la Tierra, lo único que cambia es que la veo
desde otro punto de vista, como si fuera un insecto.
-¿Y
a dónde se supone que íbamos?- le pregunto tras unos segundos al
volver en mí.
-A
ver a la Oruga, no queda mucho.- me responde sin pararse ni un
momento. Anda con prisa y sin pausa, lo cuál me hace difícil
seguirle el paso de cerca.
Estoy
tan solo tres metros de él, al fin cerca. Miro hacia adelante y
pienso en correr pero de repente lo veo hundirse en el suelo.
Corro
hacia el agujero en el que ha caído y miro a través de él, parece
tener unos siete metros de profundidad.
-¿Sota?-
le grito asomando la cabeza por el agujero.
-¡Alice!
No sabes lo que hay aquí dentro. ¡Huye!- me grita él desde abajo.
¿Huir? ¿Tan malo debe de ser lo que hay ahí abajo? Debe de ser una
trampa para atrapar a alguien, pero en tierra, ¿quién nos buscaría?
Además, si quisieran cogernos lo habrían podido hacer mientras
dormíamos. No me voy a ir, no lo voy a abandonar en ese agujero.
-¡No,
no sin ti!- le grito lo suficientemente algo para que lo oigan por
los alrededores.
-Alice,
no sabes lo que hay aquí, ¡vete!- me vuelve a gritar.
-Tal
vez debería bajar para verlo.- le grito pensando en alguna forma de
bajar.
-¡No!
Esto es una prisión, no soy quien crees Alice, huye, lo único que
vas a conseguir quedándote aquí es lastimarte.- me grita esta vez
preocupado. ¿qué clase de tortura tiene que estar viviendo ahí
abajo?
-Voy
por ti.- le grito decidida. Miro hacia mi alrededor, no hay manera de
seguir hacia delante, el que haya cavado el agujero debe de haber
pasado mucho tiempo planeándolo. Al otro lado del camino hay una
seta enorme, lo cual me da una idea. Me alejo del agujero y busco una
cuerda entre los árboles, cualquier cosa que me sirva para poder
subir o bajar. Veo una liana en un árbol, pero no sé si será lo
suficientemente larga como para bajar. Comienzo a tirar de ella con
todas mis fuerzas hasta que la consigo arrancar. Lo suficiente larga.
Sonrío y vuelvo al lugar del agujero. Hato la liana dejando un
espacio para que entre por la seta y la tiro hasta ella. La anudo.
Me
agarro lo más fuerte que puedo a la liana y salto hasta la pared.
-¿Alice
eres tú?- pregunta Sota desde el fondo.
-Tranquilo,
ya bajo.- le digo concentrada posando mis pies en las piedras para no
caer en picado.
-¡Alice
no!- me grita una vez más. No va a conseguir frenarme.
Continúo
bajando hasta que llego al fondo del hoyo y poso mis pies en suelo.
Miro a Sota sentado en la tierra húmeda mirándome decepcionado.
-Ya
estoy aquí, ¿tan malo era?- le pregunto mirando su cara de agonía.
Me
acerco a él con seguridad. Cuando estoy a un metro de él salgo
volando y choco con una de las paredes. Un dolor punzante recorre mi
espalda.
-¡Alice!-
me grita.- ¡Aparta!
Miro
hacia arriba y veo un montón de tierra y rocas cayendo hacia mí.
Doy un giro me arrastro tumbada como puedo para escapar.
Las
rocas comienzan a tocar el suelo con fuerza y una pilla uno mis
mechones de pelo. Intento apartarme pero no lo consigo. Podría estar
muerta en este mismo momento, estoy salvada por unos centímetros. Noto mi corazón palpitando en cada parte de mi cuerpo, mis manos, en mi cabeza, oyendo cada latido más fuerte al anterior.
-Gracias.-
le digo a Sota con un suspiro girándome hacia él.
-Sigues
horrible.- me dice con una sonrisa cansada. Le está pasando algo
como si estuviera enfermo. La sonrisa que se iba a formar en mi rostro
se convierte en una mueca de pánico y horror.
-¿Qué
te están haciendo?- le pregunto preocupada.
-He
robado demasiado y siempre he tenido suerte. Pero ahora ha llegado la
hora de que lo pague.- me dice cerrando los ojos.
-¡No!
¡Sota no!- le grito con desesperación. Me siento totalmente
impotente, lo tengo delante de mí muriendo y no puedo hacer nada
para salvarlo.
Hago
un último esfuerzo por liberar mi mechón de la piedra. Esta vez
funciona, corro hacia él todo lo que puedo con lágrimas en los
ojos, olvidando el campo invisible que lo mantiene atrapado
quitándole cada segundo una parte de su vida.
-Llámame
Will.- dice con sus últimas fuerzas.
Choco
con campo invisible y siento una especie de fuerza reteniéndome y
haciendo que me duela cada parte de mi cuerpo. Pero no lo consigue,
mis esperanzas tienen más fuerza y consiguen romperlo. Siento
chispazos y luz a mi alrededor pero sigo corriendo hacia Will. Lo
cojo con mis brazos y empiezo a llamarlo por su nombre derrochando
lágrimas sobre su ropa.
-¿Alice?-
me dice en voz baja.
-Tranquilo,
te vas a poner bien.- le digo en un sollozo intentando calmarme más
a mí que a él.